miércoles, 16 de junio de 2021

HISTORIA DE LAS IDEAS POLITICAS.


Períodos fundamentales en la historia de las teorías políticas y jurídicas en la sociedad feudal en la Europa occidental.

Las relaciones feudales en los países de Europa occidental comenzaron a formarse mucho antes de la caída de la zona oeste del Imperio romano. La conquista de Roma aceleró este proceso y aumentó la diferenciación de clase en las tribus germánicas; se destacó de éstas una capa superior que, apoderándose de las tierras conquistadas, avasalló paulatinamente a la población campesina hasta entonces libre.  

 

Marx y Engels hicieron notar que la estructura jerárquica de la propiedad territorial, y el sistema, relacionado con ésta, de las milicias armadas, dieron el poder a la nobleza sobre los campesinos. Calificaron el régimen feudal como una “asociación dirigida contra la clase oprimida y productora.

 

Las normas del derecho feudal, que eran las del más fuer-te, un “derecho de puño”, consolidaban los privilegios de los feudales, legalizando su arbitrariedad con los campesinos sojuzgados.  

 

Las teorías políticas y jurídicas de la sociedad feudal de Europa occidental traducen la lucha de clases entre los feudales y la masa trabajadora por ellos explotada, así como también la que existía entre los diversos sectores dentro de la clase dominante, principalmente entre los feuda-les seculares y los eclesiásticos.  

 

La religión la doctrina de la Iglesia católica fue la ideología dominante de la Europa occidental medieval. Sobre sus dogmas se construyen también las teorías políticas de ese período. 

 

Engels hace notar que lo único que había quedado del desaparecido mundo antiguo era el cristianismo y algunas ciudades, medio destruidas, que habían perdido su anterior civilización.  

 

Consecuencia de ello como no podía ocurrir de otro modo en aquella etapa de desarrollo fue el monopolio de los sacerdotes sobre la educación, con lo que ésta adquirió un carácter predominantemente teológico.  

El dogma de la iglesia era al mismo tiempo axioma político, y los textos sagrados tenían fuerza de ley en todos los tribuna-les. Aun después de crearse el oficio independiente de los juristas, la jurisprudencia permaneció bajo la tutela de la teológica.  

 

La Iglesia presen-taba la síntesis y confirmación más generales del régimen feudal existente. La religión cristiana fue utilizada ampliamente en el Medievo para justificar la explotación feudal, propagar el oscurantismo y fundamentar la arbitrariedad y la violencia.  

 

Los feudales, quienes extremaron la explotación de los trabajadores. El desarrollo del comercio y de los oficios, y el desenvolvimiento mayor de las ciudades crean condiciones favorables para la lucha de éstas contra los feudales, a consecuencia de lo cual, en unas circunstancias se constituyen en repúblicas urbanas independientes, y en otras, sólo conquistan la libertad para sus habitantes y la autoadministración. 

 

 Las Teorías Teocráticas 


Un rasgo característico de estas teorías es la tendencia agresiva, traducida en las aspiraciones de sus representantes, de hallar una fundamentación teórica para las pretensiones de la Iglesia católica romana y de los papas, al dominio mundial. Estas tendencias se manifestaron con especial agudeza en los siglos 16 y 17. 

 

La Iglesia según “la teoría del Sol y de la Luna" se compara a sí misma con el Sol y al Estado con la Luna, que recibe su luz del primero. El oro del poder eclesiástico se contrapone al plomo del secular, o el día del poder clerical a la noche del poder imperial. Sobre esta base, se afirma que el papa tiene derecho a nombrar soberanos. Estos son elegidos por dios, pero por intermedio de los sacerdotes, lo cual se traduce en el acto simbólico de la bendición y unción de los reyes.  

 

Todos los razonamientos de los partidarios papales, acerca de los derechos del pueblo, y sus invectivas contra los “tiranos”, muestran que los representantes de las teorías teocráticas se valían hábilmente, para sus fines, del descontento de las masas trabajadoras contra la opresión de las autoridades seculares y trataban de presentarse como defensores del pueblo en contra de la violencia y arbitrariedades de los “tiranos”.  

 

Las Herejías en los Siglos XI al XIV 


El descontento por las normas existen-tes y, sobre todo, por el dominio de la Iglesia católica adquiere amplias proporciones y recibe su expresión ideológica, principalmente, en diversas teorías religiosas, contrarias a sus dogmas, las llamadas herejías. 

 

Engels señala que, en las condiciones del régimen feudal, “todo ataque general contra el feudalismo debía primeramente dirigirse contra la Iglesia, y que todas las doctrinas revolucionarias, sociales y políticas, debían ser en primer lugar herejías teológicas”. 


Engels distingue tres clases de herejías, de acuerdo con su contenido de clase. “Las herejías dice expresaban la reacción de los pastores patriarcales de los Alpes contra el feudalismo invasor (los valdenses); por otra parte, la oposición de las ciudades emancipadas del feudalismo (los albigenses, Arnaldo de Brescia, etc.); final-mente, la insurrección directa de los campesinos.

 

Tomás de Aquino, ideólogo militante del catolicismo medieval. 

  • Monje católico, hijo de una familia ducal, es representan-te típico de la escolástica y del oscurantismo eclesiástico. La escolástica fue la corriente dominante en la filosofía medieval Su objetivo principal era el de demostrar, mediante un razonamiento lógico formal, la autenticidad de los dogmas cristianos.  
  • La filosofía debía desempeñar un papel auxiliar en la realización de este objetivo; por eso, la tesis de que “la filosofía es la sirvienta de la teología” fue el principio básico de la escolástica. Esta trataba de utilizar también para la fundamentación de los dogmas cristianos, las teorías de los pensadores antiguos, particularmente las de Aristóteles, que, a partir del siglo XIII, llega a ser una autoridad inapelable en la filosofía y en la ciencia.
  • Tomás estima que la monarquía es la mejor y más natural forma de gobierno. El soberano no es sólo un soberano, sino también un creador del Estado, ya que por su voluntad se pone en movimiento todas las partes del mecanismo estatal. El soberano representa al pueblo.  
  • Tomás distingue cinco formas de gobierno: la monarquía, la aristocracia, la oligarquía, la democracia y una forma mixta, combinación de aristocracia y democracia. En defensa de la monarquía, como la mejor forma, cita sus analogías predilectas: el orden mundial, en el que reina un solo dios; el organismo humano, al que un sólo órgano, el corazón, pone en movimiento; el alma, que rige la razón; un colmenar, que tiene por reina a la machiega, etc.  
  • La experiencia histórica, según él, viene a confirmar la superioridad de la monarquía. El Estado en que uno solo sustenta el poder, prospera; en cambio, donde hay muchos, surgen siempre las perturbaciones y los desórdenes. Reconociendo la monarquía como la mejor forma, proclama, demagógicamente, que la tarea de los monarcas es la de preocuparse por el bien del pueblo, y sobre esta base formula una serie de acusaciones contra los “tiranos”.  
  • La ley natural, según su teoría, es el reflejo de la ley eterna en todos los seres vivos. De conformidad con estas leyes se efectúa el nacimiento y crianza de hijos, etc. La ley natural es la base de la legislación positiva y, gracias a ella, existe una similitud de las normas jurídicas entre diferentes pueblos.  
  • La ley humana es el derecho positivo. Así, por ejemplo, la ley natural comprende la exigencia de sancionar por un asesinato, pero son las normas del derecho positivo las que fijan el carácter de dicha sanción. Esta ley humana, según afirma Tomás, puede discrepar de la natural.  

Su sistema de concepciones constituye una expresión típica de la ideología del clericalismo medieval. Al mismo tiempo, se reflejan en él los procesos que durante el siglo XIII venían operándose en la economía, en el régimen político y en la vida cultural de los pueblos. Permaneciendo en el terreno de la concepción eclesiástica del mundo y predicando el oscurantismo. 


 

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