viernes, 11 de junio de 2021

Resumen; tomado del Libro de Juan Bosch "Composición Social Dominicana".

 


El desarrollo de la sociedad hatera (página 62-77). 

De los Ingenios a los Hatos 

Hacia el 1540 la población de La Española tendía a organizarse alrededor de la industria azucarera; sesenta años después se había organizado alrededor de los dueños de hatos. 

¿Por qué sucedió eso? 

Porque cuando se dejan abandonadas a sus impulsos naturales, las sociedades se congregan en torno a fuerzas económicas; donde hay metales se forman las sociedades mineras, donde lo que rinde beneficios es la agricultura se forman las sociedades agrícolas, y en Santo Domingo, una vez extinguida la riqueza del azúcar, lo que quedó como fuente de negocios fue el ganado. Por esos años de 1540 en nuestro país había centenares de miles de reses que se habían multiplicado a partir de los ejemplares llevados por Colón y por Nicolás de Ovando. 

Las tierras eran ricas en pastos naturales, el agua era abundante y sana, y por alguna razón desconocida no habla en la Isla enfermedades que mataran los ganados. 

Durante un tiempo los cueros compartan con el azúcar el mercado de exportación de la Isla. Oviedo asegura que "continuamente van las naves cargadas, e muchas carabelas,' con azúcar a España". Habrá personas que participaban de los dos negocios; que tenían ganado y al mismo tiempo eran azucareros.   

Oviedo debía saber bien lo que decía porque el obispo Bastidas' era su vecino, pared por medio, y los dos mantenían una estrecha amistad. Por otra parte, lo que Oviedo escribió quedó documentado cuatro años después debido a que el mismo obispo declaró en 1551 que tenía esa cantidad de reses en once hatos, además de veintiséis casas en la ciudad de Santo Domingo, medio ingenio de azúcar y ochenta esclavos. 

Sin embargo, el obispo Bastidas no era el que tenía más ganado en la Isla, porque Oviedo dice que había quienes tenían "treinta y dos (mil); y si dijere cuarenta y dos (mil) hay quien las tiene: que es una dueña viuda, honrada hijodalgo. 

Algunos ganaderos tenían parte en los ingenios de azúcar y los dueños de ingenios tenían ganado, pero eso no significa que unos y otros pertenecieran al mismo grupo social. Los azucareros eran miembros de una oligarquía; los ganaderos pertenecían a una capa de esa oligarquía que estaba llamada a convertirse en una oligarquía patriarcal. 

Los primeros producían riqueza con la explotación del trabajo de los esclavos; los segundos recogían el producto de unas reses que se habían multiplicado de manera natural en unas tierras que les había donado graciosamente el rey de España a ellos o a sus padres. 

El negocio de producir azúcar requería planeamiento; conocimientos para el uso de la tuerza hidráulica, para la construcción de los molinos; organización ·para la siembra y el cuidado de la caña, talleres de construcción de carretes y para la reparaci6n de todo. el equipo de madera que se usaba en la industria, numerosas y variadas piezas de cobre, y de hierro y la técnica para repararlas; requería los servicios de los llamados maestros y oficiales de azúcar, que eran los técnicos de fábrica. 

En la medida de la época, los que trabajaban en un ingenio eran' hombres especializados, fueran blancos o fueran negros, y eso les daba lógicamente un nivel de conocimientos y un grado de respeto propio y ajeno que los hacía socialmente más avanzados que los que trabajaban en los hatos. Los blancos, los mestizos y los negros esclavos de los hatos vivan casi en estado de naturaleza; sus conocimientos eran mínimos y primitivos y sus relaciones con otros seres humanos, escasas. Además, no vivan en un régimen de disciplina, como tenían que vivir los esclavos y los blancos de los ingenios; éstos no podían abandonar el trabajo y por tanto estaban sometidos a reglas.  

Por último, el hato era atendido por una o dos personas, y aunque fueran esclavos, vivan a su albedrío, corno si fueran libres. 

Sucedió, sin embargo, que la falta de mercado exterior para el azúcar, y el ningún aumento -o diríamos mejor, la disminuci6n del mercado interior, causado por el hecho de que los habitantes españoles de la Isla se iban a otras partes de América, paraliz6 el desarrollo de la industria azucarera y fue provocando luego su extinción. Y al mismo tiempo que ese estado de cosas iba produciéndose, comenzaba, a aumentar en sillas, mamparas, zapatos, botas, fondos de cama, arneses de Europa la demanda de pieles de reses.  

Europa pedía cueros para fabricar caballos, fundas de espadas, escudos, arcones, forros de libros. Así, la enorme demanda europea de cueros coincidió con la existencia de una enorme cantidad de reses en La Española. El mercado que le faltaba al azúcar comenzaba a sobrarles a las. pieles. El obispo Bastidas, que era a la vez condueño de un ingenio y dueño de once hatos con veinticinco mil reses podía estar tranquilo porque lo que dejaría de ganar en el ingenio lo ganada en las vacas; pero los que tenían todas sus esperanzas puestas en el negocio del azúcar no podían sentirse bien.  

Lo que valían los ingenios iba a desvalorizarse mientras que los ganados del obispo Bastidas, que vallan sólo 25,000 pesos -a peso por cabeza, según sabemos, iban a valer el doble, luego el triple, luego una fortuna. 

La curiosa sociedad de los bucaneros (página 79-93). 

En el siglo XVII eran esas reses salvajes la principal -diríamos única- fuente de riqueza. Pero la sociedad bucanera duraría poco, era imposible que las otras potencias europeas contrarias a España no se dieran cuenta que las pieles que compraban podían estar bajo su control directo y que incluso podrían tener tierras aptas para el cultivo de productos muy deseados por los mercados europeos. 

Sumida en profundo sueño, he ahí una metáfora sutil que contiene no obstante una tesis histórica de gran destino. Si se trata de un sueño podrá explicarse más tarde que continuará viviendo más allá del Siglo XVI hasta nuestros días. 

El mulataje, los plátanos, la amoralidad fruto de la necesidad, la ruralización de la sociedad y ese estado letárgico que parece no importarle nada, ¿son señas de identidad del dominicano? Dicha pregunta merece una investigación y el origen de todo ello por supuesto está en las perversas decisiones de los reyes Felipe II y Felipe III que sumieron a los pobladores de habla española de la isla La Española en la más espantosa miseria por un siglo. 

La otra consecuencia importante de las Devastaciones es el surgimiento de la colonia Francesa de Saint Domingue. La brutalidad de Felipe III no tomó en cuenta que al despoblar la parte occidental de la isla le facilitaba el establecimiento de potencias enemigas de la Corona española en dicho territorio. Y así ocurrió.  

El origen de la colonia francesa comenzó con la actividad de unos hombres llamados bucaneros que se dedican a llegar a territorios del Caribe a matar reses y curar sus pieles para venderlas en Europa, el mismo negocio de los hateros. Y la isla de Santo Domingo estaba llena de reses salvajes.  

Bosch describe muy bien a los bucaneros: los bucaneros formaban un grupo social notable por su originalidad. Resulta difícil concebir, en el mundo de esos años y aun hoy algo parecido.  

Que hombres rudos, incultos, que se ganaban la vida con un trabajo primitivo, pudieran vivir pacíficamente, sin leyes, y sin autoridades, sin un poder que les impusiera temor, es algo difícil de creer.  

Comparativamente los bucaneros hacían lo mismo que los monteros en la parte oriental, pero estos estaban sometidos a la autoridad de un hatero, el dueño de las tierras y el ganado que mataban para curar sus pieles y venderlas, los bucaneros en cambio vivían si patrón, ni jefe, ni dueño.  

En el siglo XVII eran esas reses salvajes la principal diríamos única fuente de riqueza. Pero la sociedad bucanera duraría poco, era imposible que las otras potencias europeas contrarias a España no se dieran cuenta que las pieles que compraban podían estar bajo su control directo y que incluso podrían tener tierras aptas para el cultivo de productos muy deseados por los mercados europeos. 

La sociedad bucanera parece haber conservado sus valores fundamentales hasta el día de su extinción; en cambio lo que se transformó pronto en un antro de desalmados y en un sitio disputado a muerte por españoles, franceses e ingleses fue la Tortuga. La Tortuga sólo comenzó a tener importancia e historia cuando los bucaneros hicieron de ella su plaza comercial en el año de 1630.  

La Tortuga era una isla pequeña, situada sobre la costa noroeste de la Española y a sólo dos leguas de ésta. En la costa del sur había un buen puerto natural, bien abrigado y fácil de defender, que era, además, la única entrada de la isla. Aunque rocosa, la Tortuga era fértil, con buenas aguas de manantiales, y tenía algunos valles. En suma, la Tortuga era una pequeña joya del mar y era también una fortaleza natural colocada junto a la Española, como un puesto avanzado.  

Geográficamente no se hallaba en el Caribe, pero política e históricamente pertenecía a él. La Tortuga es hoy una dependencia de Haití; sin embargo, Haití es una hija de la Tortuga”. 

Haití nació en la Tortuga y ese establecimiento inicialmente bajo el control de los bucaneros, terminó siendo la avanzada de la Corona francesa que luego pasaría a la isla mayor e iniciaría la formación de la colonia más rica que tuvo Francia durante todo el siglo XVIII, la colonia de Saint Domingue. España siempre mantuvo, sin ningún éxito notable, la guerra contra los pobladores franceses de la parte occidental durante todo ese siglo. 

Bosch nos brinda el momento en que la nueva colonia francesa parecía definirse. “En 1678, la población francesa de la costa oeste de la Española era de 4.000 a 5.000 familias, contando los esclavos; y estos no podían ser muchos. La producción principal de esa población era tabaco unos 2.000.000 de libras al año y el tabaco no requiere mano esclava.  

Hacia el 1678 la población se concentraba en unas cuantas villas.  La más importante era Cap-Français, situada en el noroeste, y le seguían, hacia el oeste, Port Margot y Port de Paix; en el sur, al oeste del actual Puerto Príncipe, estaba Leogane la antigua Yaguana; al oeste de Leogane se hallaba Petit-Goave”  

 Ya la parte occidental tenía establecimientos franceses en toda la geografía de lo que ahora es Haití y producía tabaco, además del negocio de las pieles. ¿Por qué no hicieron lo mismo los colonos españoles de la parte oriental? Porque la Corona española no lo permitía o lo gravaba con tantos impuestos que no era posible mercadear tabaco en Europa con tales precios.  

Al final se reconoció formalmente la existencia de Saint Domingue como colonia francesa con el tratado de la Paz de Ryswick, firmada el 20 de septiembre de 1697. Pero a la vez que España reconocía como perdida su soberanía sobre la parte occidental de la isla de la Española, pocos años después subía al trono español un miembro de la familia Borbón, que era la familia real francesa y que todavía es la familia reinante en España. 

Por tanto, siendo de la misma familia los monarcas de España y Francia, se inició un nuevo siglo, el XVIII, donde los conflictos entre Saint Domingue y Santo Domingo cesaron y comenzaron a comerciar unos con otros. Esa situación tuvo como mayor beneficiario a los colonos españoles de La Española que comenzaron a superar lentamente el estado de miseria que habían vivido durante todo el siglo XVII. 

Como producto del cierre de la economía azucarera a mediados del siglo XVI y las Devastaciones de inicios del XVII, surgió en nuestra isla una nueva realidad política, la llamada colonia francesa de Saint Domingue que posteriormente sería la República de Haití. La importancia que tiene Haití en el desarrollo del pueblo dominicano es incalculable y volveremos sobre ella en otras cátedras de este curso. Por tanto, el siglo XVII, por la miseria padecida y el surgimiento de lo que posteriormente sería Haití, es indudablemente la cuna de la identidad del pueblo dominicano.  

Las decisiones políticas de la corona española y los modelos económicos que se implementaron en todo el proceso, incluida la fuerte miseria padecida durante el siglo XVII, modelaron la sociedad dominicana en su germen, aunque indudablemente otros muchos hechos durante los siglos XVIII, XIX y XX explican cómo es la sociedad dominicana de inicios del siglo XXI. 

La colonia francesa de Saint Domingue, (página 95-108) hasta la página 108 inclusive. 

Aunque el origen de Haití se haya achacado numerosas veces a los bucaneros, la verdad es que ellos no tuvieron nada que ver con el nacimiento de la colonia francesa de Saint-Domingue, excepto en el hecho de que fueron los primeros franceses que entraron en los valles y en las montañas del Oeste de La Española para cazar reses. Los padres de Haití fueron los piratas y los habitantes, apoyados por la voluntad imperialista del gobierno de Francia y por la debilidad imperial de la monarquía de España. 

Los bucaneros formaron una sociedad pasajera, que desapareció cuando se acabaron las reses; fue una sociedad sin propiedades y sin afán de dominio, que ni le disputó ni le quitó nada a nadie, que mataba reses sin dueños tal como un grupo de pescadores recoge peces en alta mar sin ánimo de adueñarse del mar. En cambio, los piratas se asentaron en La Tortuga y la convirtieron en una plaza fuerte, y los agricultores, llamados habitantes, por la naturaleza misma de su producción, se declararon a sí mismos propietarios. de las tierras que trabajaban; y tanto los piratas como los habitantes sabían que ni La Tortuga ni las tierras eran de ellos. 

El gobierno francés, que acabó considerándose señor de La Tortuga y del Oeste de La Española, sabía también que no lo era y que no había conquistado esos lugares del Caribe, porque ni los bucaneros ni los piratas ni los habitantes habían sido ejércitos del rey enviados, dentro de las costumbres de la época, a arrebatar tierras a España. 

Lo primero que hay que tomar en cuenta es que una colonia no puede fundarse si no es alrededor de una autoridad que represente el poder de la metrópoli. 'Pues bien, los bucaneros no habrían accedido de ninguna manera a tener una autoridad sobre ellos, y jamás la aceptaron; en cambio, los piratas no habrán podido congregarse en la Tortuga si no hubiera habido en la pequeña isla una autoridad aceptada por el más empedernido de los piratas.  

Es más, la Tortuga sólo vino a convertirse en la capital pirata del Caribe después que pasó a gobernarla el capitán Le Vasséur, a partir de 1640, y le Vasseur se impuso a los filibusteros con la autoridad de un tirano realmente feroz.  

De una manera tortuosa este capitán le Vasseur representaba a Francia, a través del caballero de Poincy, lugarteniente general del rey de Francia en el Caribe, de manera que, con él, aunque en forma oculta e internacionalmente ilegal, comenzó el poder de Francia en la Tortuga, si bien ese poder no se mantuvo en forma continua.  

En cuanto al territorio del Oeste de la Española, fue muchos años después, en los tiempos de Bertrand de Oregón, cuando sus pobladores aceptaron colocarse bajo la autoridad de Francia. 

Piratas y habitantes, pues, reconocieron la autoridad francesa que no reconocieron los bucaneros-, y sirvieron de pilares sociales para que la Tortuga y el Oeste de la Española se convirtieran en la colonia de Saint-Domingue; pero los primeros lo hicieron antes que los segundos.  

La colonia se limitó durante años a la Tortuga, y empezó a funcionaren el Oeste de la Española sólo después que la sociedad bucanera habrá entrado en disoluci6n. Así, la verdadera historia de Saint-Domingue, o lo que es lo mismo, la semilla de Haití, comienza en 1640, a la llegada de Le Vasseur a la Tortuga; pero no llego a definirse sino a mediados de 1665, cuando Bertrand de Oger6n tom6 posesi6n de la Tortuga como gobernador francés. En los veinticinco años que median entre la entrada de le Vasseur en la Tortuga y la llegada de Bertrand de Oger6n al mismo lugar, la pequeña isla tuvo una historia agitada; fue gobernada por franceses, por ingleses, tomada y devastada por los hispano-dominicanos. 


A partir de 1665 comienza a formarse la colonia francesa de Saint-Domingue, y ésa. es la razón de que de Oregón sea considerado el padre de Haití. 

Le Vasseur fue quien levantó las primeras edificaciones militares en La Tortuga. Era un loco desatado, pero a la vez un ingeniero excelente. 

Los fuertes que hizo resultaron tan sólidos y bien dispuestos que no pudieron ser tomados en 1643, cuando las autoridades de Santo Domingo atacaron La Tortuga con mil hombres y diez navíos. Más de cien muertos dejaron los atacantes en esa ocasión, y el resto tuvo que retirarse.  

Le Vasseur convirtió La Tortuga en la capital y el cuartel general de la piratería del Caribe. Algunos historiadores dominicanos achacan a los piratas de La Tortuga, y otros a los bucaneros, el asalto con robo e incendio que sufrió Azua en 1640, pero no hay nada que sustancie esa acusación.  

Azua pudo ser atacada por la tripulación de un navío pirata que podía estar basado en Isla de Vaca o en cualquier otro lugar pues en esa época había en él. Caribe varios puntos donde los piratas invernaban y carenaban; en cuanto a los bucaneros, no hay la menor posibilidad de que ellos se internaran tanto en territorio de la Española. 

El capitán Le Vasseur vivía lujosamente; comía en vajilla de plata, asistido por una servidumbre numerosa. Sus entradas eran altísimas; cobraba impuestos a las pieles que los bucaneros llevaban a La Tortuga para vender y a los productos agrícolas que llevaban los habitantes. 

Le Vasseur llegó a considerarse independiente del capitán general de San Cristóbal, y lo era de hecho. De Poincy se preocupó, porque a él debía tocarle una parte de lo que cobraba le Vasseur en La Tortuga, y esa parte no le llegaba. De Poincy, pues, nombró un sustituto de le Vasseur. Se trataba del caballero de Fontenay, un corsario francés. De Poincy le dio nombramiento de gobernador de La Tortuga a cambio de que de Fontenay le diera a él la mitad de todo lo que hallara en la pequeña isla.  

La Tortuga. Du Rausset sabía que la posición dejaba entradas abundantes, pues en muchos sentidos el gobernador de la islita parecía un señor feudal con todos los derechos sobre su feudo y sin ninguna obligación con los pobladores. Pero du Rausset no podía presentarse en La Tortuga a tomar posesión de ella con un nombramiento de Luis XIV, puesto que quien mandaba en la pequeña isla era un inglés, no un francés, y ese inglés sólo obedecería a su gobierno, no al de Francia. Así, du Rausset se fue a Inglaterra a obtener que se le reconociera como gobernador de La Tortuga ofreciendo a cambio que gobernaría a nombre de Inglaterra.  

Mientras du Rausset andaba en sus gestiones, los piratas de La Tortuga no los bucaneros del Oeste de Santo Domingo, como se ha dicho a menudo organizaron un ataque a Santiago de los Caballeros. Eso sucedió en la Semana Santa de 1659.  

Los filibusteros, en número de cuatrocientos, se presentaron en Puerto Plata a bordo de cuatro navíos, hicieron tierra y avanzaron sobre Santiago, adonde llegaron en la madrugada, de manera que entraron en la villa mientras el gobernador dormía. Presos el gobernador y varios vecinos importantes, saqueada la ciudad, los piratas se encaminaron de nuevo hacia Puerto Plata con los presos y todo lo que pudieron llevarse. Pero la población de los lugares vecinos a Santiago se organizó rápidamente, interceptó a los filibusteros, les hizo algunos muertos y logró rescatar a los prisioneros.  


No hay comentarios.:

Publicar un comentario