El desarrollo
de la sociedad hatera (página 62-77).
De los Ingenios a
los Hatos
Hacia el 1540 la población de
La Española tendía a organizarse alrededor de la industria azucarera;
sesenta años después se había organizado alrededor de los dueños de hatos.
¿Por qué sucedió eso?
Porque cuando se dejan
abandonadas a sus impulsos naturales, las sociedades se congregan en torno
a fuerzas económicas; donde hay metales se forman las sociedades mineras,
donde lo que rinde beneficios es la agricultura se forman las
sociedades agrícolas, y en Santo Domingo, una vez extinguida la riqueza
del azúcar, lo que quedó como fuente de negocios fue el
ganado. Por esos años de 1540 en nuestro país había centenares de miles
de reses que se habían multiplicado a partir de los ejemplares llevados
por Colón y por Nicolás de Ovando.
Las tierras eran ricas en pastos
naturales, el agua era abundante
y sana, y por alguna razón desconocida no habla en la Isla enfermedades
que mataran los ganados.
Durante un tiempo los
cueros compartan con el azúcar el mercado de exportación de la
Isla. Oviedo asegura que "continuamente van las naves
cargadas, e muchas carabelas,' con azúcar a
España". Habrá personas que participaban de los dos negocios;
que tenían ganado y al mismo tiempo eran azucareros.
Oviedo debía saber bien
lo que decía porque el obispo Bastidas' era su vecino, pared por medio, y
los dos mantenían una estrecha amistad. Por otra parte, lo
que Oviedo escribió quedó documentado cuatro años después debido
a que el mismo obispo declaró en 1551 que tenía esa cantidad de reses
en once hatos, además de veintiséis casas en la ciudad de Santo
Domingo, medio ingenio de azúcar y ochenta esclavos.
Sin embargo, el obispo Bastidas no era el que tenía más ganado en la Isla, porque Oviedo dice que había quienes tenían "treinta y dos (mil); y si dijere cuarenta y dos (mil) hay quien las tiene: que es una dueña viuda, honrada hijodalgo.
Algunos ganaderos tenían parte
en los ingenios de azúcar y los dueños de ingenios
tenían ganado, pero eso no significa que unos y
otros pertenecieran al mismo grupo social. Los azucareros eran miembros
de una oligarquía; los ganaderos pertenecían a una capa de esa
oligarquía que estaba llamada a convertirse en una oligarquía patriarcal.
Los
primeros producían riqueza con la explotación del trabajo de los
esclavos; los segundos recogían el producto de unas reses que se habían
multiplicado de manera natural en unas tierras que les había donado
graciosamente el rey de España a ellos o a sus padres.
El negocio de producir azúcar
requería planeamiento; conocimientos para el uso de la tuerza hidráulica,
para la construcción de los molinos; organización ·para la siembra y el
cuidado de la caña, talleres de construcción de carretes y para la
reparaci6n de todo. el equipo de madera que se usaba en la
industria, numerosas y variadas piezas de cobre, y de hierro y la
técnica para repararlas; requería los servicios de los llamados
maestros y oficiales de azúcar, que eran los técnicos de fábrica.
En la medida de la época, los
que trabajaban en un ingenio eran' hombres especializados, fueran blancos
o fueran negros, y eso les daba lógicamente un nivel de conocimientos y un
grado de respeto propio y ajeno que los hacía socialmente más avanzados
que los que trabajaban en los hatos. Los blancos, los mestizos y
los negros esclavos de los hatos vivan casi en estado de
naturaleza; sus conocimientos eran mínimos y primitivos y sus
relaciones con otros seres humanos, escasas. Además, no vivan en
un régimen de disciplina, como tenían que vivir los esclavos y los blancos
de los ingenios; éstos no podían abandonar el trabajo y por tanto estaban
sometidos a reglas.
Por último, el hato era
atendido por una o dos personas, y aunque fueran esclavos, vivan a su
albedrío, corno si fueran libres.
Sucedió, sin embargo, que la falta de mercado exterior para el azúcar, y el ningún aumento -o diríamos mejor, la disminuci6n del mercado interior, causado por el hecho de que los habitantes españoles de la Isla se iban a otras partes de América, paraliz6 el desarrollo de la industria azucarera y fue provocando luego su extinción. Y al mismo tiempo que ese estado de cosas iba produciéndose, comenzaba, a aumentar en sillas, mamparas, zapatos, botas, fondos de cama, arneses de Europa la demanda de pieles de reses.
Europa pedía cueros para
fabricar caballos, fundas de espadas, escudos, arcones, forros de libros. Así, la enorme demanda europea de cueros coincidió con la
existencia de una enorme cantidad de reses en La Española. El mercado que
le faltaba al azúcar comenzaba a sobrarles a las. pieles. El obispo
Bastidas, que era a la vez condueño de un ingenio y dueño de once hatos
con veinticinco mil reses podía estar tranquilo porque lo que dejaría de
ganar en el ingenio lo ganada en las vacas; pero los que tenían todas sus
esperanzas puestas en el negocio del azúcar no podían sentirse bien.
Lo que valían los ingenios iba
a desvalorizarse mientras que los ganados del obispo Bastidas, que vallan sólo
25,000 pesos -a peso por cabeza, según sabemos, iban a valer el doble, luego el
triple, luego una fortuna.
La curiosa sociedad de los
bucaneros (página 79-93).
En el siglo XVII eran esas
reses salvajes la principal -diríamos única- fuente de riqueza. Pero la
sociedad bucanera duraría poco, era imposible que las otras potencias europeas
contrarias a España no se dieran cuenta que las pieles que compraban podían estar
bajo su control directo y que incluso podrían tener tierras aptas para el
cultivo de productos muy deseados por los mercados europeos.
Sumida en profundo
sueño, he ahí una metáfora sutil que contiene no obstante una tesis histórica
de gran destino. Si se trata de un sueño podrá explicarse más tarde
que continuará viviendo más allá del Siglo XVI hasta nuestros días.
El mulataje, los plátanos, la
amoralidad fruto de la necesidad, la ruralización de la sociedad y ese estado
letárgico que parece no importarle nada, ¿son señas de identidad del dominicano? Dicha pregunta merece una
investigación y el origen de todo ello por supuesto está en las perversas
decisiones de los reyes Felipe II y Felipe III que sumieron a los pobladores de
habla española de la isla La Española en la más espantosa miseria por un siglo.
La otra consecuencia importante de las Devastaciones es el surgimiento de la colonia Francesa de Saint Domingue. La brutalidad de Felipe III no tomó en cuenta que al despoblar la parte occidental de la isla le facilitaba el establecimiento de potencias enemigas de la Corona española en dicho territorio. Y así ocurrió.
El origen de la colonia
francesa comenzó con la actividad de unos hombres llamados bucaneros que se
dedican a llegar a territorios del Caribe a matar reses y curar sus pieles para
venderlas en Europa, el mismo negocio de los hateros. Y la isla de Santo
Domingo estaba llena de reses salvajes.
Bosch describe muy bien a los
bucaneros: los bucaneros formaban un grupo social notable por su originalidad.
Resulta difícil concebir, en el mundo de esos años y aun hoy algo
parecido.
Que hombres rudos, incultos,
que se ganaban la vida con un trabajo primitivo, pudieran vivir pacíficamente,
sin leyes, y sin autoridades, sin un poder que les impusiera temor, es algo
difícil de creer.
Comparativamente los bucaneros
hacían lo mismo que los monteros en la parte oriental, pero estos estaban
sometidos a la autoridad de un hatero, el dueño de las tierras y el ganado que
mataban para curar sus pieles y venderlas, los bucaneros en cambio vivían si
patrón, ni jefe, ni dueño.
En el siglo XVII eran esas
reses salvajes la principal diríamos única fuente de riqueza. Pero la sociedad bucanera duraría poco, era imposible que las otras
potencias europeas contrarias a España no se dieran cuenta que las pieles que
compraban podían estar bajo su control directo y que incluso podrían tener
tierras aptas para el cultivo de productos muy deseados por los mercados
europeos.
La sociedad bucanera parece
haber conservado sus valores fundamentales hasta el día de su extinción; en
cambio lo que se transformó pronto en un antro de desalmados y en un sitio
disputado a muerte por españoles, franceses e ingleses fue la Tortuga. La Tortuga sólo comenzó a tener importancia e historia
cuando los bucaneros hicieron de ella su plaza comercial en el año de
1630.
La Tortuga era una isla
pequeña, situada sobre la costa noroeste de la Española y a sólo dos
leguas de ésta. En la costa del sur había un
buen puerto natural, bien abrigado y fácil de defender, que era, además, la
única entrada de la isla. Aunque rocosa, la Tortuga era fértil, con buenas
aguas de manantiales, y tenía algunos valles. En suma, la Tortuga era una
pequeña joya del mar y era también una fortaleza natural colocada junto a
la Española, como un puesto avanzado.
Geográficamente no se hallaba
en el Caribe, pero política e históricamente pertenecía a él. La Tortuga es hoy
una dependencia de Haití; sin embargo, Haití es una hija de la Tortuga”.
Haití nació en la Tortuga y
ese establecimiento inicialmente bajo el control de los bucaneros, terminó
siendo la avanzada de la Corona francesa que luego pasaría a la isla mayor e
iniciaría la formación de la colonia más rica que tuvo Francia durante todo el
siglo XVIII, la colonia de Saint Domingue. España siempre mantuvo, sin ningún
éxito notable, la guerra contra los pobladores franceses de la parte occidental
durante todo ese siglo.
Bosch nos brinda el momento en
que la nueva colonia francesa parecía definirse. “En 1678, la población
francesa de la costa oeste de la Española era de 4.000 a 5.000
familias, contando los esclavos; y estos no podían ser muchos. La producción
principal de esa población era tabaco unos 2.000.000 de libras
al año y el tabaco no requiere mano esclava.
Hacia el 1678 la población se
concentraba en unas cuantas villas. La más importante
era Cap-Français, situada en el noroeste, y le seguían, hacia el oeste,
Port Margot y Port de Paix; en el sur, al oeste del actual Puerto
Príncipe, estaba Leogane la antigua Yaguana; al oeste
de Leogane se hallaba Petit-Goave”
Ya la parte occidental
tenía establecimientos franceses en toda la geografía de lo que ahora es Haití
y producía tabaco, además del negocio de las pieles. ¿Por qué no hicieron lo
mismo los colonos españoles de la parte oriental? Porque la Corona española no
lo permitía o lo gravaba con tantos impuestos que no era posible mercadear
tabaco en Europa con tales precios.
Al final se reconoció
formalmente la existencia de Saint Domingue como colonia francesa con el
tratado de la Paz de Ryswick, firmada el 20 de septiembre de 1697. Pero a
la vez que España reconocía como perdida su soberanía sobre la parte occidental
de la isla de la Española, pocos años después subía al trono español un
miembro de la familia Borbón, que era la familia real francesa y que todavía es
la familia reinante en España.
Por tanto, siendo de la misma familia los monarcas de España y Francia, se inició un nuevo siglo, el XVIII, donde los conflictos entre Saint Domingue y Santo Domingo cesaron y comenzaron a comerciar unos con otros. Esa situación tuvo como mayor beneficiario a los colonos españoles de La Española que comenzaron a superar lentamente el estado de miseria que habían vivido durante todo el siglo XVII.
Como producto del cierre de la
economía azucarera a mediados del siglo XVI y las Devastaciones de inicios del
XVII, surgió en nuestra isla una nueva realidad política, la llamada colonia
francesa de Saint Domingue que posteriormente sería la República de Haití. La
importancia que tiene Haití en el desarrollo del pueblo dominicano es
incalculable y volveremos sobre ella en otras cátedras de este curso. Por
tanto, el siglo XVII, por la miseria padecida y el surgimiento de lo que
posteriormente sería Haití, es indudablemente la cuna de la identidad del
pueblo dominicano.
Las decisiones políticas de la
corona española y los modelos económicos que se implementaron en todo el
proceso, incluida la fuerte miseria padecida durante el siglo XVII, modelaron
la sociedad dominicana en su germen, aunque indudablemente otros muchos hechos
durante los siglos XVIII, XIX y XX explican cómo es la sociedad dominicana de
inicios del siglo XXI.
La colonia francesa
de Saint Domingue, (página 95-108) hasta la página 108 inclusive.
Aunque el origen
de Haití se haya achacado numerosas veces a los bucaneros, la
verdad es que ellos no tuvieron nada que ver con el nacimiento de la
colonia francesa de Saint-Domingue, excepto en el hecho de que fueron los
primeros franceses que entraron en los valles y en las montañas del Oeste
de La Española para cazar reses. Los padres de Haití fueron los piratas y
los habitantes, apoyados por la voluntad imperialista del gobierno de
Francia y por la debilidad imperial de la monarquía de España.
Los bucaneros formaron una
sociedad pasajera, que desapareció cuando se acabaron las reses; fue una
sociedad sin propiedades y sin afán de dominio, que ni le disputó ni le
quitó nada a nadie, que mataba reses sin dueños tal como un grupo de pescadores
recoge peces en alta mar sin ánimo de adueñarse del mar. En cambio, los piratas se asentaron en La Tortuga y la
convirtieron en una plaza fuerte, y los agricultores, llamados habitantes,
por la naturaleza misma de su producción, se declararon a sí mismos
propietarios. de las tierras que trabajaban; y tanto los piratas como los
habitantes sabían que ni La Tortuga ni las tierras eran de ellos.
El gobierno francés, que acabó
considerándose señor de La Tortuga y del Oeste de La Española, sabía
también que no lo era y que no había conquistado esos lugares del Caribe,
porque ni los bucaneros ni los piratas ni los habitantes habían sido
ejércitos del rey enviados, dentro de las costumbres de la época, a
arrebatar tierras a España.
Lo primero que hay que tomar
en cuenta es que una colonia no puede fundarse si no es alrededor de una
autoridad que represente el poder de la metrópoli. 'Pues bien, los
bucaneros no habrían accedido de ninguna manera a tener una autoridad sobre
ellos, y jamás la aceptaron; en cambio, los piratas
no habrán podido congregarse en la Tortuga si no hubiera habido
en la pequeña isla una autoridad aceptada por el más empedernido de los
piratas.
Es más, la Tortuga sólo vino a
convertirse en la capital pirata del Caribe después que pasó a gobernarla
el capitán Le Vasséur, a partir de 1640, y le Vasseur se impuso a los
filibusteros con la autoridad de un tirano realmente feroz.
De una manera
tortuosa este capitán le Vasseur representaba a Francia, a través del caballero
de Poincy, lugarteniente general del rey de Francia en el Caribe, de
manera que, con él, aunque en forma oculta e internacionalmente
ilegal, comenzó el poder de Francia en la Tortuga, si bien ese poder no se
mantuvo en forma continua.
En cuanto al territorio del
Oeste de la Española, fue muchos años después, en los tiempos de
Bertrand de Oregón, cuando sus pobladores aceptaron colocarse bajo la
autoridad de Francia.
Piratas y habitantes, pues,
reconocieron la autoridad francesa que no reconocieron los
bucaneros-, y sirvieron de pilares sociales para que la Tortuga y el Oeste
de la Española se convirtieran en la colonia de Saint-Domingue; pero los
primeros lo hicieron antes que los segundos.
La colonia
se limitó durante años a la Tortuga, y empezó a funcionaren
el Oeste de la Española sólo después que la sociedad
bucanera habrá entrado en disoluci6n. Así, la verdadera historia
de Saint-Domingue, o lo que es lo mismo, la semilla de Haití,
comienza en 1640, a la llegada de Le Vasseur a la Tortuga; pero
no llego a definirse sino a mediados de 1665, cuando Bertrand de
Oger6n tom6 posesi6n de la Tortuga como gobernador francés. En los
veinticinco años que median entre la entrada de le Vasseur en la Tortuga y
la llegada de Bertrand de Oger6n al mismo lugar, la pequeña isla tuvo una
historia agitada; fue gobernada por franceses, por ingleses, tomada y
devastada por los hispano-dominicanos.
A partir de 1665 comienza a
formarse la colonia francesa de Saint-Domingue, y ésa. es la razón de que
de Oregón sea considerado el padre de Haití.
Le Vasseur fue quien levantó
las primeras edificaciones militares en La Tortuga. Era un loco desatado,
pero a la vez un ingeniero excelente.
Los fuertes que hizo
resultaron tan sólidos y bien dispuestos que no pudieron ser tomados en
1643, cuando las autoridades de Santo Domingo atacaron La Tortuga con mil
hombres y diez navíos. Más de cien muertos dejaron los atacantes en esa
ocasión, y el resto tuvo que retirarse.
Le Vasseur convirtió La
Tortuga en la capital y el cuartel general de la piratería del Caribe.
Algunos historiadores dominicanos achacan a los piratas de La Tortuga, y
otros a los bucaneros, el asalto con robo e incendio que sufrió Azua
en 1640, pero no hay nada que sustancie esa acusación.
Azua pudo ser atacada por la
tripulación de un navío pirata que podía estar basado en Isla de Vaca o en
cualquier otro lugar pues en esa época había en él. Caribe varios
puntos donde los piratas invernaban y carenaban; en cuanto a los
bucaneros, no hay la menor posibilidad de que ellos se internaran tanto en
territorio de la Española.
El capitán Le
Vasseur vivía lujosamente; comía en vajilla de plata, asistido
por una servidumbre numerosa. Sus entradas
eran altísimas; cobraba impuestos a las pieles que los bucaneros
llevaban a La Tortuga para vender y a los productos agrícolas que llevaban
los habitantes.
Le Vasseur llegó a
considerarse independiente del capitán general de San Cristóbal, y lo era
de hecho. De Poincy se preocupó, porque a él debía tocarle una
parte de lo que cobraba le Vasseur en La Tortuga, y esa parte no le
llegaba. De Poincy, pues, nombró un sustituto de le Vasseur. Se
trataba del caballero de Fontenay, un corsario francés. De Poincy le
dio nombramiento de gobernador de La Tortuga a cambio de que de Fontenay le
diera a él la mitad de todo lo que hallara en la pequeña isla.
La Tortuga. Du Rausset sabía
que la posición dejaba entradas abundantes, pues en muchos sentidos el
gobernador de la islita parecía un señor feudal con todos
los derechos sobre su feudo y sin ninguna obligación con los
pobladores. Pero du Rausset no podía
presentarse en La Tortuga a tomar posesión de ella con un nombramiento de
Luis XIV, puesto que quien mandaba en la pequeña isla era un inglés, no un
francés, y ese inglés sólo obedecería a su gobierno, no al de
Francia. Así, du Rausset se fue a Inglaterra a obtener que se le
reconociera como gobernador de La Tortuga ofreciendo a cambio que
gobernaría a nombre de Inglaterra.
Mientras du Rausset andaba en
sus gestiones, los piratas de La Tortuga no los bucaneros del Oeste de
Santo Domingo, como se ha dicho a menudo organizaron un ataque a Santiago
de los Caballeros. Eso sucedió en la Semana Santa de 1659.
Los filibusteros, en número
de cuatrocientos, se presentaron en Puerto Plata a bordo de cuatro
navíos, hicieron tierra y avanzaron sobre Santiago, adonde llegaron en la
madrugada, de manera que entraron en la villa mientras el gobernador
dormía. Presos el gobernador y
varios vecinos importantes, saqueada la ciudad, los piratas se encaminaron
de nuevo hacia Puerto Plata con los presos y todo lo que pudieron
llevarse. Pero la población de los lugares vecinos a Santiago se organizó
rápidamente, interceptó a los filibusteros, les hizo algunos muertos y
logró rescatar a los prisioneros.
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