jueves, 10 de junio de 2021

LAS TEORIAS POLITICAS DE LA ANTIGUA GRECIA

 Características del régimen social y político de la antigua Grecia 



El pensamiento político en la antigua Grecia aparece en los siglos VII y VI a. de c., cuando surgen las clases antagónicas, la desintegración del régimen del comunismo primitivo, el nacimiento y desarrollo del Estado esclavista. Y alcanza su nivel más alto de desarrollo, más tarde, en los siglos V y IV a. de c., sobre todo en las democracias esclavistas de la antiguo Grecia (Atenas, Abdera y otras).  

En la antigua Grecia, junto con la agricultura y la ganadería, tuvieron también un notable desarrollo los oficios. Los esclavos eran ampliamente explotados, no solamente en la economía agrícola, sino también en los talleres de los esclavistas en los que trabajaban decenas y, a veces, centenares de esclavos artesanos. Estaba especialmente desarrollada la producción de artículos de alfarería y de metal (armas, vajilla, lámparas, camas, etcétera).  

El Estado esclavista en Grecia tenía la forma original de las polis, Estado-ciudad, es decir;   

  • Estados integrados por una ciudad y varios poblados a su alrededor. Las polis griegas se extendían por toda la cuenca del Mediterráneo.  
  • Las reducidas proporciones de los Estados de la antigua Grecia se explican por el hecho de haber nacido como resultado directo de la desintegración de las comunidades gentilicias, que comprendían poblaciones relativamente pequeñas.  
  • Por aquel entonces, no existían las premisas económicas u otras para la formación de organizaciones políticas más amplias.  

El régimen estatal de Grecia era muy variado: En unos Estados el poder estaba concentrado en manos de una sola persona (tiranía); en otro; se convocaban asambleas públicas y gobernaban funcionarios elegidos (democracia);  en otro más, detentaban el poder unos cuantos representantes de la nobleza (aristocracia), o representantes de los ciudadanos pudientes (oligarquía). 

Las polis griegas antigua tenía la misión de asegurar el dominio de los esclavistas sobre las inmensas masas de esclavos, quienes, a los ojos de los hombres libres, no eran más que “instrumentos animados”.  

El problema de cómo hacer que la dominación sobre los esclavos fuera lo más sólida posible ocupa constantemente la atención de los dirigentes y escritores políticos de la Antigüedad.  

Las rebeliones de los esclavos, su constante lucha contra los opresores, pusieron al descubierto la existencia de contradicciones insolubles en la sociedad antigua.  

Junto con el antagonismo existente entre los esclavistas y los esclavos apareció también, en los Estados-ciudad griegos, el antagonismo entre los pudientes y los pobres, o sea, la lucha de las masas de libres pobres contra los pudientes, que habían adquirido sus riquezas mediante la explotación del trabajo de esclavos y el botín de guerra.  

Al mismo tiempo, debido al vasto empleo del barato trabajo de esclavos, se creó una insoportable competencia para el artesano y labrador, lo que originó el empobrecimiento de los productores libres, su separación de los medios de producción y su incorporación a las filas de los pobres libres que no disponían de medios definidos de subsistencia.  

El número de los pobres libres, desocupados, sin un trabajo determinado, se acrecentó invariablemente en las ciudades de Grecia. A ello contribuyó también el hecho de que el sistema esclavista de economía creaba entre las masas libres una actitud desdeñosa ante el trabajo productivo. También dentro de la clase gobernante esclavista tiene lugar una lucha entre los círculos comerciales urbanos y la nobleza agraria.  

Unos grupos luchan contra otros por diversos privilegios y, en primer término, por el grado de participación en el ejercicio del poder político. En esta lucha, los diversos grupos de esclavistas se valen frecuentemente del descontento de los artesanos y campesinos empobrecidos o en vías de empobrecerse. Así, los círculos urbanos de la clase esclavista, apoyándose en la masa de los desposeídos de la ciudad, defienden la democracia esclavista, que les ofrece la posibilidad de desplazar del poder a los círculos agrarios aristocráticos.  

También la masa de los desposeídos libres luchas por implantar la democracia esclavista, ya que este régimen les ofrece cierta posibilidad de participar en la vida política del país.  

 

Atenas 

Atenas era uno de los Estados más poderosos y económicamente desarrollados de la antigua Grecia, era una democracia esclavista que en los siglos V y IV a. de c. salió en defensa de las instituciones democráticas de otros Estados de Grecia. Por el contrario, Esparta, con sus formas atrasadas de vida social y régimen político, apoyaba en todas partes, en el mundo griego, el régimen aristocrático del Estado, y se manifestaba en contra de la democracia.  

Atenas y Esparta agruparon en su derredor a otros Estados-ciudades menos importantes, no solamente de sus colonias, sino también de las colonias de otras ciudades que concertaron alianzas con ellas. Se formaron dos grandes ligas de ciudades griegas: en el siglo VI a. de c., la Liga del Peloponeso, que comprendía principalmente las ciudades de la Grecia meridional, encabezada por Esparta, y en el siglo V, la Liga Ateniense con Atenas a la cabeza. Esta, cuyos miembros dependían de Atenas, constituía, en el fondo, una original forma de dominio sobre numerosos Estados libres. Atenas trataba además de resolver, a expensas de sus “aliados”, las agudas contradicciones que carcomían la sociedad esclavista ateniense. 

La rivalidad entre Atenas y Esparta, los dos Estados más fuertes de la antigua Grecia, condujo a la colisión armada que en el siglo V a. de c. se tradujo en una larga guerra intestina (la guerra del Peloponeso en los años 431-404 a. de c.).  

En medio de esta contienda encarnizada surgieron múltiples teorías políticas que reflejaban los intereses de las clases y partidos en lucha, ocupando la posición predominante entre ellas, claro está, las ideas y teorías de la clase esclavista dominante, que traducían las posiciones y programas de los diversos círculos sociales que formaban parte de ella. Pese a la diversidad de estas teorías, es fácil descubrir en ellas ciertos rasgos comunes.  

Todas ellas parten del principio de la inamovilidad del régimen esclavista y de la ausencia total de los derechos de los esclavos, característica de ese régimen; tratan de fundamentar la necesidad o inevitabilidad de la desigualdad social, y finalmente, se basan en las condiciones generales de la vida política antigua, fijando como ideal las formas más políticas de las polis de la propia Grecia esclavista. Al provocar rebeliones, los esclavos de Grecia se proponían el objetive de conquistar la emancipación.  

Estas rebeliones, como, por ejemplo, la rebelión de los ilotas de Esparta, adoptaban no pocas veces un carácter amplio, de masas, adquirían la importancia de una especie de guerra de liberación. Sin embargo, en los actos de los esclavos sublevados y en las declaraciones de sus dirigentes faltaba el programa de liquidación del régimen esclavista y de su sustitución por relaciones sociales nuevas. Es característico, por ejemplo, que durante la rebelión en la isla de Quíos (siglo III a. de c.), los esclavos fugitivos, en su campamento ubicado en las montañas, suprimieran la esclavitud, pero al mismo tiempo, su jefe Drimak entró en una componenda con los esclavistas, devolviéndoles los esclavos fugitivos que, a su juicio, se quejaban sin motivo de la crueldad de sus amos. 

El pensamiento político de la antigua Grecia durante el período de las polis y su desarrollo Primitivo. 

Las polis griegas surgieron en el fuego de la lucha encarnizada que las masas pobres de la ciudad y del campo, juntamente con los círculos urbanos de la clase esclavista, libraban en contra de la vieja nobleza gentilicia, los eupátridas. La lucha entre la aristocracia y la democracia fue por aquel entonces un fenómeno corriente en Grecia, y se reflejó ya en las primeras obras de la literatura griega antigua.  

El poeta Hesíodo de Beocia (fines del siglo VIII y comienzos del VII a. de c.), en el poema Trabajos y días, pinta la penosa situación de los campesinos, oprimidos y arruinados por los nobles, que concentran en sus manos las riquezas territoriales. Comparando al rico con un buitre, y al pobre con un ruiseñor caído en sus garras, Hesíodo pinta al buitre transportando al ruiseñor bajo las nubes mientras le imparte una lección: “¿Por qué pintas infeliz? ¡Si yo soy infinitamente más fuerte que tú! Tendrás que ir a donde te lleve, y de nada te servirá que seas un hábil cantor. Y haré contigo o que me plazca; te comeré o te dejaré en libertad. Es un estúpido el que pretenda pelear con uno más fuerte. Quedará rendido y sufrirá, además con la vergüenza y los tormentos. Así hablaba el buitre de veloz vuelo al pájaro de anchas alas. 

Según Hesíodo, la Edad de oro, en que no existían aflicción, ni preocupaciones, ni vejez, pasó al terreno de la leyenda para no volver más. Llegó después la Edad de plata, que fue sustituida por la de cobre. Pero también los hombres de esta Edad, terribles y belicosos, perecieron, se exterminaron unos a los otros. Ahora tenemos la Edad de hierro, en que los hombres están cargados de trabajo insoportable, de constantes preocupaciones y abrasados por un odio mutuo. En esta Edad, la discordia divide a los padres e hijos, a los amigos y aliados, en todas partes reina el engaño y la violencia.  

Hesíodo, colmado de pesimismo por el espectáculo de la opresión y del empobrecimiento de los trabajadores, profetiza: “Nunca jamás, ni de día ni de noche, se liberarán los hombres del trabajo insoportable y de las calamidades.  

  • La disensión persistirá entre los amigos y hermanos. Ya no se querrá alimentar y honrar a los ancianos.  
  • Se implantará el derecho del más fuerte y desaparecerá la conciencia.  
  • No se venerará a los hombres honestos, fieles al juramento, sino a los malos e insolentes.”  

Sin embargo, cree Hesíodo que la verdad triunfará al final. incluso ahora, perseguida en todas partes, sigue secretamente a los hombres y trae la desgracia al que la combate. Los versos de Hesíodo, que reprueban la violencia y la falta de verdad, traducen la protesta contra el saqueo y la opresión de parte de los aristócratas, representantes de la nobleza gentilicia.  

El recuerdo de la igualdad y la libertad universales que reinaban durante el régimen del comunismo primitivo (la Edad de oro), se conservó en las leyendas populares y se reflejó en las creencias religiosas. La clase esclavista se vio obligada a tomar en consideración el culto del pueblo a Cronos, el dios de la Edad de oro, y a permitir los homenajes en su honor, las “cronías” (saturnales romanas), en el curso de las cuales se concedía libertad a los esclavos.  

La costumbre exigía incluso que los señores, durante este tiempo, atendieran los refectorios festivos de los esclavos. La lucha contra la vieja nobleza gentilicia, los eupátridas, iniciada en el siglo VII a. de c., terminó casi en todas partes con la victoria del demos. La aristocracia gentilicia perdió sus privilegios y quedó desplazada de la dirección monopolista del Estado. 

En el siglo VI a. de c. aparecen las primeras teorías filosóficas. La filosofía griega antigua, al igual que toda la cultura de la antigua Grecia, ejerció una inmensa influencia sobre el desarrollo intelectual de Europa. Tuvo una gran importancia, sobre todo, el hecho de que los griegos, en su aspiración de comprender la esencia del cosmos, promovieran la interpretación materialista del mundo, y de que hayan sido también los que por primera vez asentaron las bases de la dialéctica.  

Engels dice: “Los filósofos griegos antiguos fueron todos dialécticos innatos, espontáneos”. 

Los primeros filósofos griegos dedicaron la principal atención a los problemas del cosmos, y trataron, en primer lugar, de explicar la construcción del mundo en su conjunto. La aguda lucha política que se desarrollaba en las ciudades griegas en los siglos VII y VI a. de c. se reflejó en forma completamente precisa, tanto en las ideas filosóficas como en las ideas políticas de los pensadores de la Hélade.  

La ideología aristocrática halló su expresión en la teoría de Pitágoras y su escuela. Pitágoras (años 571-597 a. de c.), ideólogo de la aristocracia, vivió durante largo tiempo en la isla de Samos, pero al implantarse allí la tiranía de Polícrates, abandonó la isla y se radicó en la ciudad de Crotona (Italia del sur).  

Allí agrupó a los círculos aristocráticos locales, creando una liga especial de carácter político. Estas ligas, las heterías, se extendieron por todo el sur de Italia.  

Sus miembros tenían una participación muy activa en la vida política del país, a consecuencia de lo cual, en cuanto lograban obtener la superioridad sobre los aristócratas, los partidarios de la democracia disolvían las ligas pitagóricas. Sin embargo, su influencia siguió ateniéndose durante largo tiempo, en el curso de casi dos siglos.      

La teoría de Pitágoras es una teoría idealista. Afirma que lo único verdadero es el número. Aristóteles dice acerca de los pitagóricos que “...habían considerado los elementos de los números como los elementos de todas las cosas, y o el universo (lo reconocían) por las armonías el número.  

Dicho en otras palabras, los pitagóricos proclamaron principios de la ciencia matemática como la base de todas las cosas. Pitágoras tomó como fundamento el aspecto cuantitativo de la materia, y convirtió el número en un ente metafísico autónomo. 

La teoría política de Pitágoras está erigida sobre principios aristocráticos. El hombre tiene necesidad de un amo y debe someterse a un orden, enseña Pitágoras. La anarquía es el peor mal para la sociedad humana, por lo que es preciso subordinarse a los que gobiernan, respetar las leyes, a los progenitores y a los gobernantes. Estos en cambio constituyen el sector superior de la sociedad, están al margen de las masas, y Pitágoras los describe como los mejores hombres por sus cualidades morales e intelectuales, los mejores por su valor, fuerza e inteligencia. De aquí, según la teoría de los pitagóricos, surge la gran importancia de la educación.  

Postulaban un modo especial de vida, que se distinguía por la sobriedad de las costumbres, y estaba encaminado a lograr lo que los pitagóricos consideraban como la perfección. En sus ligas comían en refectorios comunes, practicaban la ocupación común con la música, la gimnasia y la ciencia. Fueron organizaciones semi-religiosas y semi-políticas de los partidarios del régimen aristocrático, basadas en una disciplina estricta.  

La aristocracia, el gobierno de la nobleza sobre las vastas masas del demos, fue el ideal político de Pitágoras y de sus discípulos. 

El destacado filósofo Heráclito, “uno de los fundadores de la dialéctica”, pensador griego de los siglos vi y v a. de c., fue también otro ideólogo de la nobleza gentilicia y partidario de la aristocracia esclavista. 

Este enseñaba que en el mundo todo fluye, todo 'cambia 'constantemente. “No se puede entrar dos veces en el mismo río”, decía. “No se puede tocar dos veces a un mismo cuerpo.” Expresando la inclinación espontánea de los griegos antiguos hacia el materialismo. 

Heráclito enseñaba que el mundo se compone de la materia eternamente mutable. Expresa este pensamiento, y proclama que el fuego es la base de todo lo existente. “El mundo, como un todo, no ha sido creado por ninguno de los dioses ni de los hombres, sino que ha sido, es y será un fuego que vive eternamente, que se inflama y se apaga conforme a leyes. 

 

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