Características del régimen social y político de la antigua Grecia
El pensamiento político en la antigua Grecia aparece en los siglos
VII y VI a. de c., cuando surgen las clases antagónicas, la desintegración del
régimen del comunismo primitivo, el nacimiento y desarrollo del Estado
esclavista. Y alcanza su nivel más alto de desarrollo, más tarde, en los siglos
V y IV a. de c., sobre todo en las democracias esclavistas de
la antiguo Grecia (Atenas, Abdera y otras).
En la antigua Grecia, junto con la
agricultura y la ganadería, tuvieron también un notable desarrollo los
oficios. Los esclavos eran ampliamente explotados, no
solamente en la economía agrícola, sino también en los talleres de los
esclavistas en los que trabajaban decenas y, a veces, centenares de
esclavos artesanos. Estaba especialmente desarrollada la
producción de artículos de alfarería y de metal (armas, vajilla, lámparas,
camas, etcétera).
El Estado esclavista en Grecia tenía la forma original de las polis, Estado-ciudad, es decir;
- Estados integrados
por una ciudad y varios poblados a su alrededor. Las polis griegas se extendían
por toda la cuenca del Mediterráneo.
- Las reducidas
proporciones de los Estados de la antigua Grecia se explican por el hecho de
haber nacido como resultado directo de la desintegración de las comunidades
gentilicias, que comprendían poblaciones relativamente pequeñas.
- Por aquel entonces,
no existían las premisas económicas u otras para la formación de organizaciones
políticas más amplias.
El régimen estatal de Grecia era muy variado: En unos Estados el poder estaba concentrado en manos de una sola persona (tiranía); en otro; se convocaban asambleas públicas y gobernaban funcionarios elegidos (democracia); en otro más, detentaban el poder unos cuantos representantes de la nobleza (aristocracia), o representantes de los ciudadanos pudientes (oligarquía).
Las polis griegas antigua tenía
la misión de asegurar el dominio de los esclavistas sobre las inmensas masas de
esclavos, quienes, a los ojos de los hombres libres, no eran más que “instrumentos
animados”.
El problema de cómo hacer que la
dominación sobre los esclavos fuera lo más sólida posible ocupa constantemente
la atención de los dirigentes y escritores políticos de la
Antigüedad.
Las rebeliones de los esclavos, su constante lucha contra los opresores, pusieron al descubierto la existencia de contradicciones insolubles en la sociedad antigua.
Junto con el antagonismo existente entre
los esclavistas y los esclavos apareció también, en los Estados-ciudad griegos,
el antagonismo entre los pudientes y los pobres, o sea, la lucha de las masas
de libres pobres contra los pudientes, que habían adquirido sus riquezas
mediante la explotación del trabajo de esclavos y el botín de
guerra.
Al mismo tiempo, debido al vasto empleo
del barato trabajo de esclavos, se creó una insoportable competencia para el
artesano y labrador, lo que originó el empobrecimiento de los productores
libres, su separación de los medios de producción y su incorporación a las
filas de los pobres libres que no disponían de medios definidos de
subsistencia.
El número de los pobres libres,
desocupados, sin un trabajo determinado, se acrecentó invariablemente en las
ciudades de Grecia. A ello contribuyó también el hecho de que el sistema
esclavista de economía creaba entre las masas libres una actitud desdeñosa
ante el trabajo productivo. También dentro de la clase gobernante esclavista
tiene lugar una lucha entre los círculos comerciales urbanos y la nobleza
agraria.
Unos grupos luchan contra otros por
diversos privilegios y, en primer término, por el grado de participación en el
ejercicio del poder político. En esta lucha, los diversos grupos de esclavistas
se valen frecuentemente del descontento de los artesanos y campesinos
empobrecidos o en vías de empobrecerse. Así, los círculos urbanos de la clase
esclavista, apoyándose en la masa de los desposeídos de la ciudad, defienden la
democracia esclavista, que les ofrece la posibilidad de desplazar del poder a
los círculos agrarios aristocráticos.
También la masa de los desposeídos libres
luchas por implantar la democracia esclavista, ya que este régimen les
ofrece cierta posibilidad de participar en la vida política del
país.
Atenas
Atenas era uno de los Estados más poderosos y económicamente desarrollados de la antigua Grecia, era una democracia esclavista que en los siglos V y IV a. de c. salió en defensa de las instituciones democráticas de otros Estados de Grecia. Por el contrario, Esparta, con sus formas atrasadas de vida social y régimen político, apoyaba en todas partes, en el mundo griego, el régimen aristocrático del Estado, y se manifestaba en contra de la democracia.
Atenas y Esparta agruparon en
su derredor a otros Estados-ciudades menos importantes, no solamente
de sus colonias, sino también de las colonias de otras ciudades que concertaron
alianzas con ellas. Se formaron dos grandes ligas de ciudades griegas: en el
siglo VI a. de c., la Liga del Peloponeso, que
comprendía principalmente las ciudades de la Grecia meridional,
encabezada por Esparta, y en el siglo V, la Liga Ateniense con Atenas a la
cabeza. Esta, cuyos miembros dependían de Atenas, constituía, en el fondo, una
original forma de dominio sobre numerosos Estados libres. Atenas trataba además
de resolver, a expensas de sus “aliados”, las agudas contradicciones que
carcomían la sociedad esclavista ateniense.
La rivalidad entre Atenas y Esparta, los dos Estados más fuertes de la antigua Grecia, condujo a la colisión armada que en el siglo V a. de c. se tradujo en una larga guerra intestina (la guerra del Peloponeso en los años 431-404 a. de c.).
En medio de esta contienda encarnizada
surgieron múltiples teorías políticas que reflejaban los intereses de las
clases y partidos en lucha, ocupando la posición predominante entre ellas,
claro está, las ideas y teorías de la clase esclavista dominante, que traducían
las posiciones y programas de los diversos círculos sociales que formaban parte
de ella. Pese a la diversidad de estas teorías, es fácil descubrir en ellas
ciertos rasgos comunes.
Todas ellas parten del principio de la
inamovilidad del régimen esclavista y de la ausencia total de los
derechos de los esclavos, característica de ese régimen; tratan de
fundamentar la necesidad o inevitabilidad de la desigualdad social, y
finalmente, se basan en las condiciones generales de la vida política antigua,
fijando como ideal las formas más políticas de las polis de la propia Grecia
esclavista. Al provocar rebeliones, los esclavos de Grecia se proponían el
objetive de conquistar la emancipación.
Estas rebeliones, como, por ejemplo, la
rebelión de los ilotas de Esparta, adoptaban no pocas veces un carácter amplio,
de masas, adquirían la importancia de una especie de guerra de liberación. Sin
embargo, en los actos de los esclavos sublevados y en las declaraciones de sus
dirigentes faltaba el programa de liquidación del régimen esclavista y de su
sustitución por relaciones sociales nuevas. Es característico, por ejemplo, que
durante la rebelión en la isla de Quíos (siglo III a. de c.), los esclavos
fugitivos, en su campamento ubicado en las montañas, suprimieran la esclavitud,
pero al mismo tiempo, su jefe Drimak entró en una componenda con los
esclavistas, devolviéndoles los esclavos fugitivos que, a su juicio, se
quejaban sin motivo de la crueldad de sus amos.
El pensamiento político de la antigua Grecia
durante el período de las polis y su desarrollo Primitivo.
Las polis griegas surgieron en el fuego de
la lucha encarnizada que las masas pobres de la ciudad y del campo, juntamente
con los círculos urbanos de la clase esclavista, libraban en contra de la vieja
nobleza gentilicia, los eupátridas. La lucha entre la aristocracia y la
democracia fue por aquel entonces un fenómeno corriente en Grecia, y se reflejó
ya en las primeras obras de la literatura griega antigua.
El poeta Hesíodo de Beocia (fines
del siglo VIII y comienzos del VII a. de c.), en el poema Trabajos y días,
pinta la penosa situación de los campesinos, oprimidos y arruinados por los
nobles, que concentran en sus manos las riquezas territoriales. Comparando al
rico con un buitre, y al pobre con un ruiseñor caído en sus garras, Hesíodo
pinta al buitre transportando al ruiseñor bajo las nubes mientras le imparte
una lección: “¿Por qué pintas infeliz? ¡Si yo soy infinitamente más
fuerte que tú! Tendrás que ir a donde te lleve, y de nada te servirá que seas
un hábil cantor. Y haré contigo o que me plazca; te comeré o te dejaré en
libertad. Es un estúpido el que pretenda pelear con uno más fuerte. Quedará
rendido y sufrirá, además con la vergüenza y los tormentos. Así hablaba el
buitre de veloz vuelo al pájaro de anchas alas.
Según Hesíodo, la Edad de oro, en que no existían aflicción, ni preocupaciones, ni vejez, pasó al terreno de la leyenda para no volver más. Llegó después la Edad de plata, que fue sustituida por la de cobre. Pero también los hombres de esta Edad, terribles y belicosos, perecieron, se exterminaron unos a los otros. Ahora tenemos la Edad de hierro, en que los hombres están cargados de trabajo insoportable, de constantes preocupaciones y abrasados por un odio mutuo. En esta Edad, la discordia divide a los padres e hijos, a los amigos y aliados, en todas partes reina el engaño y la violencia.
Hesíodo, colmado de pesimismo por el espectáculo de la opresión y del empobrecimiento de los trabajadores, profetiza: “Nunca jamás, ni de día ni de noche, se liberarán los hombres del trabajo insoportable y de las calamidades.
- La disensión
persistirá entre los amigos y hermanos. Ya no se querrá alimentar y honrar a
los ancianos.
- Se implantará el
derecho del más fuerte y desaparecerá la conciencia.
- No
se venerará a los hombres honestos, fieles al juramento, sino a
los malos e insolentes.”
Sin embargo, cree Hesíodo que la verdad
triunfará al final. incluso ahora, perseguida en todas partes, sigue
secretamente a los hombres y trae la desgracia al que la combate. Los versos de
Hesíodo, que reprueban la violencia y la falta de verdad, traducen
la protesta contra el saqueo y la opresión de parte de los
aristócratas, representantes de la nobleza gentilicia.
El recuerdo de la igualdad y la libertad
universales que reinaban durante el régimen del comunismo primitivo (la Edad de
oro), se conservó en las leyendas populares y se reflejó en las creencias
religiosas. La clase esclavista se vio obligada a tomar en consideración el
culto del pueblo a Cronos, el dios de la Edad de oro, y a permitir los
homenajes en su honor, las “cronías” (saturnales romanas), en el curso de las
cuales se concedía libertad a los esclavos.
La costumbre exigía incluso que los
señores, durante este tiempo, atendieran los refectorios festivos de los
esclavos. La lucha contra la vieja nobleza gentilicia, los eupátridas, iniciada
en el siglo VII a. de c., terminó casi en todas partes con la victoria del
demos. La aristocracia gentilicia perdió sus privilegios y quedó desplazada de
la dirección monopolista del Estado.
En el siglo VI a. de c. aparecen las
primeras teorías filosóficas. La filosofía griega antigua, al igual que toda la
cultura de la antigua Grecia, ejerció una inmensa influencia sobre el
desarrollo intelectual de Europa. Tuvo una gran importancia, sobre todo, el
hecho de que los griegos, en su aspiración de comprender la esencia del cosmos,
promovieran la interpretación materialista del mundo, y de que hayan sido
también los que por primera vez asentaron las bases de la
dialéctica.
Engels dice: “Los filósofos griegos antiguos fueron todos
dialécticos innatos, espontáneos”.
Los primeros filósofos griegos dedicaron
la principal atención a los problemas del cosmos, y trataron, en primer lugar,
de explicar la construcción del mundo en su conjunto. La aguda lucha política
que se desarrollaba en las ciudades griegas en los siglos VII y VI a. de c. se
reflejó en forma completamente precisa, tanto en las ideas filosóficas como en
las ideas políticas de los pensadores de la Hélade.
La ideología
aristocrática halló su expresión en la teoría de Pitágoras y
su escuela. Pitágoras (años 571-597 a. de c.), ideólogo de la
aristocracia, vivió durante largo tiempo en la isla de Samos, pero al
implantarse allí la tiranía de Polícrates, abandonó la isla y se radicó en la
ciudad de Crotona (Italia del sur).
Allí agrupó a los círculos aristocráticos locales, creando una liga especial de carácter político. Estas ligas, las heterías, se extendieron por todo el sur de Italia.
Sus miembros tenían una participación muy
activa en la vida política del país, a consecuencia de lo cual, en
cuanto lograban obtener la superioridad sobre los aristócratas, los partidarios
de la democracia disolvían las ligas pitagóricas. Sin embargo, su influencia
siguió ateniéndose durante largo tiempo, en el curso de casi dos
siglos.
La teoría de
Pitágoras es una teoría idealista. Afirma que lo único verdadero es el
número. Aristóteles dice acerca de los pitagóricos que “...habían considerado
los elementos de los números como los elementos de todas las cosas, y o
el universo (lo reconocían) por las armonías el número.
Dicho en otras palabras, los pitagóricos
proclamaron principios de la ciencia matemática como la base de todas las
cosas. Pitágoras tomó como fundamento el aspecto cuantitativo de la materia, y
convirtió el número en un ente metafísico autónomo.
La teoría política de
Pitágoras está erigida sobre principios aristocráticos. El hombre tiene
necesidad de un amo y debe someterse a un orden, enseña Pitágoras. La anarquía
es el peor mal para la sociedad humana, por lo que es preciso subordinarse a los
que gobiernan, respetar las leyes, a los progenitores y a los
gobernantes. Estos en cambio constituyen el sector superior de la
sociedad, están al margen de las masas, y Pitágoras los describe como los
mejores hombres por sus cualidades morales e intelectuales, los mejores por su
valor, fuerza e inteligencia. De aquí, según la teoría de los pitagóricos,
surge la gran importancia de la educación.
Postulaban un modo especial de vida, que
se distinguía por la sobriedad de las costumbres, y estaba encaminado a lograr
lo que los pitagóricos consideraban como la perfección. En sus ligas comían en
refectorios comunes, practicaban la ocupación común con la música, la gimnasia
y la ciencia. Fueron organizaciones semi-religiosas y semi-políticas de
los partidarios del régimen aristocrático, basadas en una disciplina
estricta.
La aristocracia, el gobierno de la nobleza sobre
las vastas masas del demos, fue el ideal político de Pitágoras y
de sus discípulos.
El destacado filósofo Heráclito, “uno
de los fundadores de la dialéctica”, pensador griego de los siglos vi y v
a. de c., fue también otro ideólogo de la nobleza gentilicia y partidario de la
aristocracia esclavista.
Este enseñaba que en el mundo todo fluye,
todo 'cambia 'constantemente. “No se puede entrar dos veces en el mismo río”,
decía. “No se puede tocar dos veces a un mismo cuerpo.” Expresando la
inclinación espontánea de los griegos antiguos hacia el materialismo.
Heráclito enseñaba que el mundo se compone
de la materia eternamente mutable. Expresa este pensamiento, y proclama que el
fuego es la base de todo lo existente. “El mundo, como un todo, no ha sido
creado por ninguno de los dioses ni de los hombres, sino que ha sido, es y será
un fuego que vive eternamente, que se inflama y se apaga conforme a leyes.
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