Tomado del libro de Frank Moya Pons titulado Manual de Historia Dominicana
Monopolio y
contrabando en el caribe
España inició la
conquista del mundo con que se topó Colón en su búsqueda de nueva ruta al
oriente viajando hacia occidente, asociando el
concepto de riqueza a la tenencia de metales, piedras preciosas o perlas, y al
sometimiento a la esclavitud de otros pueblos, a los que llamaron con el mismo
nombre con que eran conocidos los vándalos en Europa, bárbaros o beréberes.
Así, ricas de origen eran las entidades que pudieren entregar en su conquista
tales riquezas.
Cuando Santo
Domingo presenta a finales del siglo XVI un cuadro absolutamente disidente, con
el progreso de sus comunidades costeras, por el contrabando de su recurso más
excedentario, cueros y carnes ahumadas, que mejoró el lote de las clases locales mediante el trueque de éstos por
una mayor variedad de mercancía europea, a mejores precios que las ofrecidas
por el monopolio sevillano. Las autoridades coloniales solo
atinaron a pensar que el contrabando terminaría con la destrucción de las
comunidades costeras porque sin ellas los enemigos de España no tendrían con
quien comerciar, un argumento lógicamente incorrecto, pues con las medidas
recomendadas solo se eliminaba al intermediario costeño quedando disponibles
las mercancías directamente a los contrabandistas a través del pillaje.
En su “Historia
del Caribe”, Frank Moya Pons comenta: “cuando los
holandeses descubrieron… la gran fuente de cueros que eran
las Antillas, no vaciló en dedicarse de lleno al
contrabando. Tan voluminoso se hizo que para el comercio con Cuba y
la Española los holandeses dedicaban anualmente veinte barcos de 200
toneladas cada uno”
“En todas las Antillas, el contrabando se convirtió en el principal medio
de vida de las poblaciones más alejadas de las capitales coloniales. Los cueros se convirtieron en la moneda
universal y en el medio de cambio preferido por todos, extranjeros y españoles. Los precios variaban según las circunstancias, pero había ciertos
patrones que eran universalmente aceptados.
En 1577, los vecinos de las Antillas pagaban a los portugueses dos o tres
cueros por una vara de paño fino, o un cuero por
cuatro, cinco o seis varas de ruán, o de 20 a 25
cueros por una pipa de vino.”
“El contrabando se
realizaba conforme a reglas muy claras. Una vez que los barcos extranjeros
llegaban a los puertos naturales utilizados, disparaban dos
cañonazos para avisar su llegada a los pobladores del interior, quienes habían
depositado de antemano sus cueros, cañafístulas, jengibre y sebo en ranchos
cercanos a la costa”. Todos eran cómplices. Por eso cuando las autoridades
ordenaban investigaciones todo se mantenía encubierto y nada salía a flote.
La ganadería
En La Española
hubo grandes propietarios de hatos y ganados. Según Frank Moya Pons, algunos vecinos de Santo Domingo eran dueños de manadas
que abarcaban desde 1, 000 y 2, 000 hasta 15, 000 y 25, 000 cabezas de ganado.
Entre los casos excepcionales, en 1535 el Obispo don Rodrigo de Bastidas poseía
unas 16, 000 reses, y en 1547 se le reporta con más de 25, 000. Bastidas era dueño de once hatos y condueño
de un ingenio de azúcar. Doña María de Arana, viuda del hidalgo Diego Solano,
señoreaba sobre 40, 000 cabezas de ganado. Pero
también hay indicios de la existencia de grandes propietarios de tierras con
pocas reses.
Una porción de
documentos impresos induce a plantear que, en La Española,
en años anteriores y posteriores al 1541, hubo algún movimiento en favor de la
redistribución de la tierra y la reducción de los hatos. Hay evidencia de que algunos de los señores de
ingenios, un segmento de la oligarquía esclavista azucarera, si no encabezaron
la lucha, al menos ejercieron su influencia para propiciar el cambio.
A su regreso de un viaje a España, llegando a Santo Domingo el 11 de
diciembre de 1541, el contador Álvaro Caballero
escribió Huila carta al Emperador agradecido por la Real Provisión
mandando "que los pastos y montes y aguas sean comunes
y realengos y que todos los vecinos que tuvieren ganados puedan hacer
sus corrales y asientos donde quisieren".
Caballero alegó
que todos los vecinos y moradores se alegraron, pues "está la tierra
enajenada y hecha de señoríos". La ley era
utilísima, exponía Caballero, en la lucha contra el latifundio hatero de
carácter señorial. Con toda probabilidad, el contador veía con buenos
ojos el objetivo de reducir las tierras de ganadería porque sus intereses
radicaban más en la producción azucarera mercantil.
He aquí uno de los
ángulos económicos del conflicto: el choque entre intereses oligárquicos
señoriales e intereses oligárquicos mercantiles. No se trataba meramente de una
lucha entre agricultura y ganadería, pues los señores de ingenios también
poseían hatos y mucho ganado. En 1542, se exportaron 11 O, 000 arrobas (1, 375
toneladas) de azúcar a Sevilla; también se exportaron 50, 000 cueros.
En la medida de 1o posible, en futuras investigaciones, es importante constatar la procedencia de la
exportación de los cueros, si fue fundamentalmente ele los hatos o de los
ingenios dedicados a la exportación de azúcar y de cueros. Pues no me parece casual la denuncia de
Caballero de la tierra enajenada en sef'loríos, con obvia
referencia a grandes hatos, ocupando enormes extensiones de tierra en
contradicción con la concepción de productividad de una economía
azucarera.
Uno de los
principales exportadores era, precisamente, Álvaro Caballero,
dueño de dos ingenios, un trapiche y otras propiedades. Para la segunda mitad
del siglo, Caballero y Melchor de Torres eran "considerados los hombres
más ricos de la Isla".
En la década de 1560 llegaron a exportar hasta 200, 000 arrobas (2, 500 toneladas)
de azúcar a Sevilla. Desde el ángulo campesino, algunos estancieros
procuraban espacios para la agricultura de subsistencia y otros para
el cultivo subsidiario de cai1a.
La documentación
permite inferir que muchos estancieros tenían la
intención o la esperanza de establecer sus propios pequeños hatos.
Todo indica que, gracias a las gestiones
de Álvaro Caballero, y quizás de otros que por el momento
desconocemos, se sentaron las bases para la promulgación de la Real Provisión
de 1541.
La Corona no
estaba preparada para claudicar la soberanía Real y al Estado absolutista
tampoco le interesaba ir más allá de los límites puestos al dominio de la
aristocracia en España. Y muchos menos le interesaba permitir una regresión
feudal, ni en España ni en las colonias. Los hatos señoriales planteaban ese
problema.
El contrabando y las Devastaciones
Se le denomina
Devastaciones de Osorio a la orden dada por el rey de España Felipe III al
gobernador de La Española en ese entonces Antonio de Osorio de despoblar la
parte occidental de la isla para luego trasladarla hacia la parte cerca de
Santo Domingo. Este suceso transcurrió entre 1605 y 1606.
Antonio de Osorio
fue un gobernador de la colonia española de Santo Domingo hasta el año de 1608,
siendo sustituido por Diego Gómez Sandoval. Es recordado por haber sido el
ejecutor de las devastaciones de 1605.
Las devastaciones
es el nombre con que fue denominado el proceso de despoblación de las bandas
norte y oeste de la isla de Santo Domingo con la finalidad de eliminar el
contrabando y la penetración protestante en esa colonia española. Por
tales motivos 4 poblaciones (Montecristi y
Puerto Plata, Bayajá y Yaguana) fueron trasladadas y concentradas en dos villas
cercanas a Santo Domingo. Estos poblamientos recibieron los nombres de Monte
Plata y Bayaguana y fueron nombrados, así como resultado de
la fusión de los nombres de las poblaciones desplazadas.
Las devastaciones
tuvieron como principal consecuencia el asentamiento de extranjeros en las
zonas despobladas y más tarde la división de la isla en dos partes, proceso que
culminó con el establecimiento en la isla de dos colonias dependientes de dos
metrópolis distintas (España y Francia) y, posteriormente en el siglo XIX, con
el surgimiento de dos naciones independientes: la República de Haití y la
República Dominicana.
Antecedentes
En 1605, las
autoridades españolas, dirigidas en este momento por el monarca Felipe III,
perteneciente a la Casa de Austria, deciden a través de la Cédula Real de 1603
despoblar la zona noroeste. Esto se hizo con la finalidad de erradicar el
contrabando. Además, en las embarcaciones que contrabandeaban el cuero del
ganado y otros productos se introducían biblias
luteranas, lo que era considerado una influencia nociva por la metrópoli.
El gobernador
Osorio puso en vigencia la Cédula Real que establecía que todas las poblaciones
de la banda del norte que se dedicaban a contrabandear tenían que ser
despoblada y es así como en
1605 se despoblaron las ciudades de Montecristi, Puerto
Plata, Bayajá y la Yaguana, trasladando a sus habitantes con
sus pertenencias hacia el este de la Isla donde se fundaran nuevas ciudades como serán, Monte Plata
y Bayaguana siendo estos nombres el resultado de
las uniones de la ciudad de Puerto Plata y Montecristi y de Bayajá y la
Yaguana.
Las ciudades
de Neiba y San Juan de la Maguana también fueron perjudicadas con la
medida tomada por el rey Felipe III, provocando esta medida una
transformación de orden político, social y económico que afectaron toda la
estructura de la colonia.
Dentro de las transformaciones tenemos:
- La población de la isla se redujo mucho.
- Se fundaron nuevas ciudades que se dedicaron a la agricultura y la ganadería para el auto consumo, trayendo como consecuencia la pobreza en alto grado.
- Se destruyeron los ingenios azucareros.
- Se perdió gran parte del ganado que tenía la isla y más aún se quedó abandonada en la zona noroeste la cual se convertiría en el punto fuerte de comercio ilícito entre las demás metrópolis.
A partir de 1630
la isla La Tortuga se convirtió en el punto clave de los corsarios ingleses,
franceses y holandeses, estableciendo de esta forma dominios en territorio que
pertenecían a la Corona Española. Los franceses a través de la Compañía Francesa de
las Indias Occidentales, compraron isla la Tortuga estableciendo un dominio
absoluto, expulsando de esta forma a los demás grupos de Piratas. Ya
establecido con firmeza territorial y política los piratas franceses inician un
proceso de migración hacia la parte oeste de la Isla de Santo Domingo, que más
tarde se convertiría en la Colonia Francesa, llamada Saint-Domingue.
La corona francesa
estableció a Bertrand D'Oregon como gobernador de la
isla Tortuga. España tratando de defender su territorio de los
inmigrantes franceses, Santo Domingo organizó tropas llamadas cincuentenas,
porque estaban formadas por cincuenta hombres armados que desalojaban a los
ocupantes extranjeros de la parte Oeste, pero una vez expulsados regresaban a
Santo Domingo debido a la escasez de tropas no se podía mantener una
guarnición en el Oeste. El gobernador Bertrand D'Oregon,
despliega una serie de ataques militares desde la Tortuga al
dominio Español hasta establecerse en toda la costa noroeste donde
luego hace el primer asentamiento francés que luego será reconocido por la
corona española como territorio de Francia.
El
gobernador D´Oregon concedió territorios a
los franceses en la Isla de Santo Domingo, estableciéndose así las primeras
haciendas francesas en tierras española, quedando afianzando de esta manera el
control de Francia en tierra española. A mediados del siglo XVIII la colonia de Saint Domingue se convirtió en un
territorio próspero y con mucha importancia económica para su metrópoli. Esta prosperidad se inició con el gobernador
De Pouvancey, quien desarrolló un intenso comercio con los habitantes de la
parte española la cual estaba gobernada por Segura Sandoval y Castilla.
Los burgueses de
Saint-Domingue protegieron económicamente su colonia desarrollando de esta
forma una gran comercialización que generó la prosperidad observada a todo lo
largo del siglo XVIII.
Causas:
Las causas de las Devastaciones fueron de diversos órdenes:
- En primer lugar, estaba el problema comercial. España trataba de mantener el esquema monopólico en el comercio con las colonias.
- Los rescates de los habitantes de la isla con los extranjeros inferían grave daño a los intereses de la burguesía comercial de Sevilla y al propio Estado español que dejaba de recaudar sumas importantes por concepto de impuestos.
- En otro orden de ideas, el Estado Español interpretaba el comercio ilegal como fuente de enriquecimiento de los países enemigos, por lo que las motivaciones económicas se unían a las de índole política y militar.
- En el aspecto políticos la Corona temía que la generalización del contrabando conllevara a la posibilidad de secesión de la isla e incluso de otros territorios americanos, al surgir claros intereses en la clase esclavista local contra el exclusivismo monopólico (de hecho, las protestas de los Cabildos de la isla contra las Devastaciones y la Rebelión de Guaba muestran que tal posibilidad era real).
- Las reivindicaciones de la clase esclavista y la clase media contra el monopolismo español, que como hemos visto tenían casi un siglo de manifestaciones, se habían agudizado con la practica continua del contrabando durante más de 30 años y la decadencia de España.
- Otra causa fue el ya señalado desplazamiento de la actividad económica de la isla de la región Este a las zonas del Norte y Oeste por el cambio de la industria azucarera a la ganadería.
Las devastaciones tuvieron que ver, por último, con el divergente de España y otros países europeos. Mientras en España se entronizó plenamente la reacción feudal y desaparecieron las manufacturas y los gérmenes de capitalismo, en Inglaterra y Holanda las relaciones capitalistas y el crecimiento manufacturero avanzaron con gran rapidez en la segunda mitad del siglo XVI. A pesar del monopolio, España dependía de estos
A pesar del
monopolio, España dependía de estos manufacturados tanto la península como las
colonias. De ahí que la incapacidad de competencia comercial de España era
absoluta.
Consecuencias de
las Devastaciones
El efecto
inmediato más importante de las Devastaciones fue causar un agudizamiento de la
decadencia económica que desde hacía un tiempo era palpable en la isla. Con la medida, las mayores riquezas ganaderas
fueron prácticamente liquidadas; además numerosos bienes en casas, muebles,
etc.
De los vecinos se
perdieron para siempre. La mitad de la isla dejó de ser aprovechada en todos los
sentidos y quedó totalmente deshabilitada. Desde 1606 Osorio extendió las despoblaciones a zonas más orientales
dejando como límites del territorio poblado las ciudades de Santiago en el
Norte, y Azua en el Sur. Entre los daños
causados por las Devastaciones se encuentra la destrucción de los ingenios más
importantes de la isla en ese momento, los cuales estaban en Puerto Plata,
Yaguana y San Juan de la Maguana. Se observa que después de las despoblaciones
solo quedaron 12 ingenios con un total de 888 esclavos, incluyendo los del
servicio doméstico.
El Estado Español trató de revivir la actividad comercial de la isla
después de las Devastaciones. Para eso proveyó protección a los comerciantes e
instituyo cuotas obligatorias de participación comercial con la isla al
comercio español con América. Por otra
parte., al propiciar el establecimiento de extranjeros en las zonas
occidentales, unido al aumento de la piratería, la seguridad en la isla se hizo
extremadamente precaria, de donde se acrecentó rápidamente la tendencia
migratoria de esclavistas, esclavos y personas de las clases medias a otras
colonias americanas.
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