miércoles, 16 de junio de 2021

Monopolio y contrabando en el caribe. La ganadería, el contrabando y las devastaciones. Consecuencias de las devastaciones

Tomado del libro de Frank Moya Pons titulado Manual de Historia Dominicana 



Monopolio y contrabando en el caribe 

España inició la conquista del mundo con que se topó Colón en su búsqueda de nueva ruta al oriente viajando hacia occidente, asociando el concepto de riqueza a la tenencia de metales, piedras preciosas o perlas, y al sometimiento a la esclavitud de otros pueblos, a los que llamaron con el mismo nombre con que eran conocidos los vándalos en Europa, bárbaros o beréberes. Así, ricas de origen eran las entidades que pudieren entregar en su conquista tales riquezas. 

Cuando Santo Domingo presenta a finales del siglo XVI un cuadro absolutamente disidente, con el progreso de sus comunidades costeras, por el contrabando de su recurso más excedentario, cueros y carnes ahumadas, que mejoró el lote de las clases locales mediante el trueque de éstos por una mayor variedad de mercancía europea, a mejores precios que las ofrecidas por el monopolio sevillano. Las autoridades coloniales solo atinaron a pensar que el contrabando terminaría con la destrucción de las comunidades costeras porque sin ellas los enemigos de España no tendrían con quien comerciar, un argumento lógicamente incorrecto, pues con las medidas recomendadas solo se eliminaba al intermediario costeño quedando disponibles las mercancías directamente a los contrabandistas a través del pillaje. 

En su “Historia del Caribe”, Frank Moya Pons comenta: “cuando los holandeses descubrieron… la gran fuente de cueros que eran las Antillas, no vaciló en dedicarse de lleno al contrabando. Tan voluminoso se hizo que para el comercio con Cuba y la Española los holandeses dedicaban anualmente veinte barcos de 200 toneladas cada uno” 

En todas las Antillas, el contrabando se convirtió en el principal medio de vida de las poblaciones más alejadas de las capitales coloniales. Los cueros se convirtieron en la moneda universal y en el medio de cambio preferido por todos, extranjeros y españoles. Los precios variaban según las circunstancias, pero había ciertos patrones que eran universalmente aceptados.  

En 1577, los vecinos de las Antillas pagaban a los portugueses dos o tres cueros por una vara de paño fino, o un cuero por cuatro, cinco o seis varas de ruán, o de 20 a 25 cueros por una pipa de vino.” 

“El contrabando se realizaba conforme a reglas muy claras. Una vez que los barcos extranjeros llegaban a los puertos naturales utilizadosdisparaban dos cañonazos para avisar su llegada a los pobladores del interior, quienes habían depositado de antemano sus cueros, cañafístulas, jengibre y sebo en ranchos cercanos a la costa”. Todos eran cómplices. Por eso cuando las autoridades ordenaban investigaciones todo se mantenía encubierto y nada salía a flote. 

La ganadería 

En La Española hubo grandes propietarios de hatos y ganados. Según Frank Moya Pons, algunos vecinos de Santo Domingo eran dueños de manadas que abarcaban desde 1, 000 y 2, 000 hasta 15, 000 y 25, 000 cabezas de ganado. Entre los casos excepcionales, en 1535 el Obispo don Rodrigo de Bastidas poseía unas 16, 000 reses, y en 1547 se le reporta con más de 25, 000. Bastidas era dueño de once hatos y condueño de un ingenio de azúcar. Doña María de Arana, viuda del hidalgo Diego Solano, señoreaba sobre 40, 000 cabezas de ganado. Pero también hay indicios de la existencia de grandes propietarios de tierras con pocas reses.  

Una porción de documentos impresos induce a plantear que, en La Española, en años anteriores y posteriores al 1541, hubo algún movimiento en favor de la redistribución de la tierra y la reducción de los hatos. Hay evidencia de que algunos de los señores de ingenios, un segmento de la oligarquía esclavista azucarera, si no encabezaron la lucha, al menos ejercieron su influencia para propiciar el cambio.  

A su regreso de un viaje a España, llegando a Santo Domingo el 11 de diciembre de 1541, el contador Álvaro Caballero escribió Huila carta al Emperador agradecido por la Real Provisión mandando "que los pastos y montes y aguas sean comunes y realengos y que todos los vecinos que tuvieren ganados puedan hacer sus corrales y asientos donde quisieren". 

Caballero alegó que todos los vecinos y moradores se alegraron, pues "está la tierra enajenada y hecha de señoríos". La ley era utilísima, exponía Caballero, en la lucha contra el latifundio hatero de carácter señorial.  Con toda probabilidad, el contador veía con buenos ojos el objetivo de reducir las tierras de ganadería porque sus intereses radicaban más en la producción azucarera mercantil.  

He aquí uno de los ángulos económicos del conflicto: el choque entre intereses oligárquicos señoriales e intereses oligárquicos mercantiles. No se trataba meramente de una lucha entre agricultura y ganadería, pues los señores de ingenios también poseían hatos y mucho ganado. En 1542, se exportaron 11 O, 000 arrobas (1, 375 toneladas) de azúcar a Sevilla; también se exportaron 50, 000 cueros.  

En la medida de 1o posible, en futuras investigaciones, es importante constatar la procedencia de la exportación de los cueros, si fue fundamentalmente ele los hatos o de los ingenios dedicados a la exportación de azúcar y de cueros. Pues no me parece casual la denuncia de Caballero de la tierra enajenada en sef'loríos, con obvia referencia a grandes hatos, ocupando enormes extensiones de tierra en contradicción con la concepción de productividad de una economía azucarera.  

Uno de los principales exportadores era, precisamente, Álvaro Caballero, dueño de dos ingenios, un trapiche y otras propiedades. Para la segunda mitad del siglo, Caballero y Melchor de Torres eran "considerados los hombres más ricos de la Isla".  

En la década de 1560 llegaron a exportar hasta 200, 000 arrobas (2, 500 toneladas) de azúcar a Sevilla.  Desde el ángulo campesino, algunos estancieros procuraban espacios para la agricultura de subsistencia y otros para el cultivo subsidiario de cai1a.  

La documentación permite inferir que muchos estancieros tenían la intención o la esperanza de establecer sus propios pequeños hatos. Todo indica que, gracias a las gestiones de Álvaro Caballero, y quizás de otros que por el momento desconocemos, se sentaron las bases para la promulgación de la Real Provisión de 1541.  

La Corona no estaba preparada para claudicar la soberanía Real y al Estado absolutista tampoco le interesaba ir más allá de los límites puestos al dominio de la aristocracia en España. Y muchos menos le interesaba permitir una regresión feudal, ni en España ni en las colonias. Los hatos señoriales planteaban ese problema. 

El contrabando y las Devastaciones  

Se le denomina Devastaciones de Osorio a la orden dada por el rey de España Felipe III al gobernador de La Española en ese entonces Antonio de Osorio de despoblar la parte occidental de la isla para luego trasladarla hacia la parte cerca de Santo Domingo. Este suceso transcurrió entre 1605 y 1606. 

Antonio de Osorio fue un gobernador de la colonia española de Santo Domingo hasta el año de 1608, siendo sustituido por Diego Gómez Sandoval. Es recordado por haber sido el ejecutor de las devastaciones de 1605. 

Las devastaciones es el nombre con que fue denominado el proceso de despoblación de las bandas norte y oeste de la isla de Santo Domingo con la finalidad de eliminar el contrabando y la penetración protestante en esa colonia española. Por tales motivos 4 poblaciones (Montecristi y Puerto Plata, Bayajá y Yaguana) fueron trasladadas y concentradas en dos villas cercanas a Santo Domingo. Estos poblamientos recibieron los nombres de Monte Plata y Bayaguana y fueron nombrados, así como resultado de la fusión de los nombres de las poblaciones desplazadas. 

Las devastaciones tuvieron como principal consecuencia el asentamiento de extranjeros en las zonas despobladas y más tarde la división de la isla en dos partes, proceso que culminó con el establecimiento en la isla de dos colonias dependientes de dos metrópolis distintas (España y Francia) y, posteriormente en el siglo XIX, con el surgimiento de dos naciones independientes: la República de Haití y la República Dominicana. 

Antecedentes 

En 1605, las autoridades españolas, dirigidas en este momento por el monarca Felipe III, perteneciente a la Casa de Austria, deciden a través de la Cédula Real de 1603 despoblar la zona noroeste. Esto se hizo con la finalidad de erradicar el contrabando. Además, en las embarcaciones que contrabandeaban el cuero del ganado y otros productos se introducían biblias luteranas, lo que era considerado una influencia nociva por la metrópoli. 

El gobernador Osorio puso en vigencia la Cédula Real que establecía que todas las poblaciones de la banda del norte que se dedicaban a contrabandear tenían que ser despoblada y es así como en 1605 se despoblaron las ciudades de Montecristi, Puerto Plata, Bayajá y la Yaguana, trasladando a sus habitantes con sus pertenencias hacia el este de la Isla donde se fundaran nuevas ciudades como serán, Monte Plata y Bayaguana siendo estos nombres el resultado de las uniones de la ciudad de Puerto Plata y Montecristi y de Bayajá y la Yaguana. 

Las ciudades de Neiba y San Juan de la Maguana también fueron perjudicadas con la medida tomada por el rey Felipe III, provocando esta medida una transformación de orden político, social y económico que afectaron toda la estructura de la colonia.  

Dentro de las transformaciones tenemos: 

  • La población de la isla se redujo mucho. 
  • Se fundaron nuevas ciudades que se dedicaron a la agricultura y la ganadería para el auto consumo, trayendo como consecuencia la pobreza en alto grado. 
  • Se destruyeron los ingenios azucareros. 
  • Se perdió gran parte del ganado que tenía la isla y más aún se quedó abandonada en la zona noroeste la cual se convertiría en el punto fuerte de comercio ilícito entre las demás metrópolis.  

A partir de 1630 la isla La Tortuga se convirtió en el punto clave de los corsarios ingleses, franceses y holandeses, estableciendo de esta forma dominios en territorio que pertenecían a la Corona Española. Los franceses a través de la Compañía Francesa de las Indias Occidentales, compraron isla la Tortuga estableciendo un dominio absoluto, expulsando de esta forma a los demás grupos de Piratas. Ya establecido con firmeza territorial y política los piratas franceses inician un proceso de migración hacia la parte oeste de la Isla de Santo Domingo, que más tarde se convertiría en la Colonia Francesa, llamada Saint-Domingue.  

La corona francesa estableció a Bertrand D'Oregon como gobernador de la isla Tortuga. España tratando de defender su territorio de los inmigrantes franceses, Santo Domingo organizó tropas llamadas cincuentenas, porque estaban formadas por cincuenta hombres armados que desalojaban a los ocupantes extranjeros de la parte Oeste, pero una vez expulsados regresaban a Santo Domingo debido a la escasez de tropas no se podía mantener una guarnición en el Oeste. El gobernador Bertrand D'Oregon, despliega una serie de ataques militares desde la Tortuga al dominio Español hasta establecerse en toda la costa noroeste donde luego hace el primer asentamiento francés que luego será reconocido por la corona española como territorio de Francia. 

El gobernador D´Oregon concedió territorios a los franceses en la Isla de Santo Domingo, estableciéndose así las primeras haciendas francesas en tierras española, quedando afianzando de esta manera el control de Francia en tierra española. A mediados del siglo XVIII la colonia de Saint Domingue se convirtió en un territorio próspero y con mucha importancia económica para su metrópoli. Esta prosperidad se inició con el gobernador De Pouvancey, quien desarrolló un intenso comercio con los habitantes de la parte española la cual estaba gobernada por Segura Sandoval y Castilla.  

Los burgueses de Saint-Domingue protegieron económicamente su colonia desarrollando de esta forma una gran comercialización que generó la prosperidad observada a todo lo largo del siglo XVIII. 

Causas: 

Las causas de las Devastaciones fueron de diversos órdenes: 

  • En primer lugar, estaba el problema comercial. España trataba de mantener el esquema monopólico en el comercio con las colonias.  
  • Los rescates de los habitantes de la isla con los extranjeros inferían grave daño a los intereses de la burguesía comercial de Sevilla y al propio Estado español que dejaba de recaudar sumas importantes por concepto de impuestos.  
  • En otro orden de ideas, el Estado Español interpretaba el comercio ilegal como fuente de enriquecimiento de los países enemigos, por lo que las motivaciones económicas se unían a las de índole política y militar. 
  • En el aspecto políticos la Corona temía que la generalización del contrabando conllevara a la posibilidad de secesión de la isla e incluso de otros territorios americanos, al surgir claros intereses en la clase esclavista local contra el exclusivismo monopólico (de hecho, las protestas de los Cabildos de la isla contra las Devastaciones y la Rebelión de Guaba muestran que tal posibilidad era real).  
  • Las reivindicaciones de la clase esclavista y la clase media contra el monopolismo español, que como hemos visto tenían casi un siglo de manifestaciones, se habían agudizado con la practica continua del contrabando durante más de 30 años y la decadencia de España. 
  • Otra causa fue el ya señalado desplazamiento de la actividad económica de la isla de la región Este a las zonas del Norte y Oeste por el cambio de la industria azucarera a la ganadería. 

Las devastaciones tuvieron que ver, por último, con el divergente de España y otros países europeos. Mientras en España se entronizó plenamente la reacción feudal y desaparecieron las manufacturas y los gérmenes de capitalismo, en Inglaterra y Holanda las relaciones capitalistas y el crecimiento manufacturero avanzaron con gran rapidez en la segunda mitad del siglo XVI. A pesar del monopolio, España dependía de estos  

A pesar del monopolio, España dependía de estos manufacturados tanto la península como las colonias. De ahí que la incapacidad de competencia comercial de España era absoluta. 

Consecuencias de las Devastaciones 

El efecto inmediato más importante de las Devastaciones fue causar un agudizamiento de la decadencia económica que desde hacía un tiempo era palpable en la isla. Con la medida, las mayores riquezas ganaderas fueron prácticamente liquidadas; además numerosos bienes en casas, muebles, etc.  

De los vecinos se perdieron para siempre. La mitad de la isla dejó de ser aprovechada en todos los sentidos y quedó totalmente deshabilitada. Desde 1606 Osorio extendió las despoblaciones a zonas más orientales dejando como límites del territorio poblado las ciudades de Santiago en el Norte, y Azua en el Sur. Entre los daños causados por las Devastaciones se encuentra la destrucción de los ingenios más importantes de la isla en ese momento, los cuales estaban en Puerto Plata, Yaguana y San Juan de la Maguana. Se observa que después de las despoblaciones solo quedaron 12 ingenios con un total de 888 esclavos, incluyendo los del servicio doméstico. 

El Estado Español trató de revivir la actividad comercial de la isla después de las Devastaciones. Para eso proveyó protección a los comerciantes e instituyo cuotas obligatorias de participación comercial con la isla al comercio español con América. Por otra parte., al propiciar el establecimiento de extranjeros en las zonas occidentales, unido al aumento de la piratería, la seguridad en la isla se hizo extremadamente precaria, de donde se acrecentó rápidamente la tendencia migratoria de esclavistas, esclavos y personas de las clases medias a otras colonias americanas. 

 

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